--------Narra Bill-------
A la hora del receso me uní a mis hermanos en la cafetería, por desgracia seguramente ella estaría ahí, de nuevo dejaría de respirar si fuera necesario, además sería más fácil controlarme con mis hermanos cerca, ellos me ayudarían.
No fue necesario, su mesa estaba lo suficientemente lejos de mi como para que su olor no significara ningún problema, a esa distancia incluso podía casi ignorarla, solo hubo un problema, Kelly le preguntó “¿Qué miras Beth?” y luego pensó “No puede ser! Beth también ha sido flechada por Bill Kaulitz, bueno no se puede negar que es guapo, lógico que no pueda apartar sus ojos de él” de nuevo no pude evitar voltear hacía su mesa y me topé con la mirada de Beth, intenté en vano leer sus pensamientos, solo hubo silencio de su parte, yo prácticamente la fulminé con mi mirada, ese odio irracional que sentía hacia ella volvió a surgir, me irritaba tanto esa humana, ella lo notó y bajó su mirada con una expresión apenada.
-¿Qué te pasa Bill?- preguntó Tom algo desconcertado al ver mi actitud -¿Hay algún problema con la chica nueva?
-No, es solo que no puedo leer sus pensamientos- dije tratando de quitarle importancia
-Eso es raro, nunca antes te había pasado ¿cierto?- dijo Andreas
-No es importante- respondí de manera que se cerrara el tema, lo último que quería era ocupar mi tiempo hablando de Beth. El resto del receso ella se mantuvo conversando un poco con sus amigos.
Los siguientes días de la semana en clase de química fueron casi igual de difíciles, la única solución que tenía era la de no respirar, aún así permanecí sentado lo más lejos posible de Beth, realmente fue un alivio cuando llegó el viernes tendría por lo menos un 4 ó 5 días para tomar una decisión, Mila había “visto” que lo próximos días estarían algo soleados, en vista de que era imposible cambiar de clase, tendría que tomar otras medidas, no podía pasarme todo el año escolar sin respirar en esa hora, hasta el momento no había tenido que responder ninguna pregunta al profesor, ni habíamos formado equipos ni nada, pero era lógico que en algún momento el señor Delbrück nos pediría realizar alguna actividad en parejas y yo tendía que hablar, para lo cual necesitaba tomar aire, además de que no respirar seguía siendo muy incomodo.
A la hora de la salida esperé a mis hermanos dentro del auto y durante todo el camino permanecí en silencio hasta que noté que Mila me observaba fijamente desde el asiento del copiloto.
-¿Vas a irte?- preguntó, en cuanto formuló la pregunta vi por el retrovisor que Tom y Andreas volteaban a verla sorprendidos
-¿Debería hacerlo?- susurré.
Noté que clavaba la vista en la nada y supe que estaba teniendo una visión, los 2 nos concentramos en lo que veía, era el interior de lo que parecía ser la casa del jefe de policía Wilhem, en medio de una pequeña cocina estaba el pálido cuerpo de Beth y yo al lado de su cadáver, podía ver en mis ojos un color rojo brillante que me hizo estremecer
-Detente... – no podía soportar seguir viendo más
-¡Oh! Lo siento- me dijo apenada
-¡Qué demonios pasa!- exigió Tom
-Voy a irme- respondí –Solo dile a mamá que no se preocupe... estaré bien
-¿Por cuánto tiempo?
-No lo sé... solo necesito poner en orden mis pensamientos...
-Te extrañaremos –dijo Mila –Bajémonos aquí, debes darte prisa.
Los 3 salieron llenos de ansiedad y en silencio. Tom y Andreas pensaban exigirle a Mila que les explicara todo una vez que yo me hubiera ido, desaparecieron entre los árboles antes de que yo hubiera arrancado el auto.
Conduje a más de 160, la carretera desaparecía bajo las ruedas y no me detuve hasta que encontré un lugar bastante boscoso y nevado, todo lo que podía verse estaba cubierto de nieve, me era familiar ya había estado en este lugar en varias ocasiones, cerca de aquí vivía otro clan de vampiros los de Stralsund, los considerábamos casi “familia”, eran muy amigos de mis padres.
Permanecí 5 días recostado sobre la nieve, la ventisca había hecho que quedara casi enterrado, mi piel se enfrió al punto de no poder sentir el viento a mi alrededor. Miraba al cielo, o al menos eso intentaba, las estrellas brillaban intensamente y hubiera sido una vista maravillosa de no ser por una obstrucción entre mis ojos y el cielo, la obstrucción era un rostro humano que lamentablemente no podía borrar por completo. Escuché unos pensamientos, no me sorprendía que Inna me hubiera seguido, aún estaba a unos 30 metros de aquí, casi podía verla, su piel parecía plateada bajo la luz de la luna y su rubio cabello serpenteaba con el viento, clavó sus ojos dorados en mí y sonrió al verme medio enterrado
-¿Bill? –Dijo mientras se inclinaba a mi lado y me rodeaba con un brazo, estuve a punto de moverme pero no quise ser descortés –Sonja y Julya no querían que viniera, dicen que solo te molestaría
-No, para nada, es más soy yo el que solo está causando molestias y lo peor es que no está sirviendo de nada...
-¿Es por mi culpa? –Pensó –Te incomodo con mis tonterías...
-Claro que no –mentí. Ella me miró sorprendida.
-Bueno... un poco –dije mientras le sonreía. Suspiró decepcionada.
-Eres hermosa y adorable, lo sabes, es solo que...
-No digas nada, ya sé lo que piensas, para ti solo soy como una hermana más. Solo que no estoy acostumbrada al rechazo.
-Cierto –dije mientras veía en sus pensamientos sus muchas conquistas
-Cuando llegaste pensé que tal vez... que tu y yo...
-Pensaste que tal vez había reconsiderado lo de la vez pasada, lamento decepcionarte... creí que ya habíamos aclarado todo- dije
-No puedo evitar tener esperanzas, Bill tenemos toda la eternidad por delante, tal vez algún día te des cuenta de tus verdaderos sentimientos y cambies de opinión... sabes que no tengo prisa- dijo sonriendo.
Fruncí el ceño sin saber que decir, por un lado deseaba dejarle claro que no era buena idea que siguiera guardando esperanzas, nos conocíamos desde hace muchísimos años y estaba completamente seguro que nunca podría corresponderle de la manera que ella deseaba y por otro lado lamentaba realmente lastimarla con mi actitud, la apreciaba.
-Bueno, mejor cuéntame porqué estás aquí, desde que llegaste no has dicho ni una sola palabra.
Suspiré. –Inna no quiero hablar de eso.
-¿Por qué? ¿Es una chica, cierto? no te preocupes... no soy celosa- me sonrió tristemente.
-No es como te lo imaginas... –dije mientras escuchaba en sus pensamientos- no, para nada.
Ella esperó que yo dijera algo pero no lo hice, hasta que se olvidó del asunto y me preguntó:
-¿Vas a irte, de nuevo a Greilswald?
-Supongo que sí- respondí
-Lo harás, sea lo que sea que te atormenta lo afrontarás, tu eres así, nunca has sido cobarde- me dijo
Era cierto no tenía sentido huir. Nunca había sido un cobarde, en ese momento me di cuenta que era momento de volver. Nos pusimos de pie al mismo tiempo. La besé en la mejilla como despedida pero me alejé rápidamente en cuanto ella giró su rostro hacia mí, pude ver en sus pensamientos lo que se proponía.
Ella corría tan de prisa que no dejaba huellas en la nieve y yo hice lo mismo en dirección a mi auto. Seguramente a estas alturas Mila ya les estaría contando a los demás de mi regreso y esto los alegraría, especialmente a mis papás. Sentado en el auto miré por última vez al cielo, entre las estrellas y yo seguía estando ese rostro cuyos ojos color chocolate me observaban y parecían preguntarme lo que significaría para ella esta decisión.
-Todo va a estar bien- dijo Mila aliviada con los ojos clavados en la nada, Tom la sostenía de la cintura guiándola.
-Claro que lo estará- me quejé mientras caminábamos juntos hacia la cafetería, los 3 iban rodeándome, se veían ridículos haciendo de mis guardaespaldas, casi me hubiera reído de no ser porque la situación comenzaba a ser bastante irritante. Había tomado mis precauciones, los 4 habíamos salido a cazar el día anterior y yo me aseguré de estar totalmente satisfecho por si acaso.
-Beth aun no llega, me pregunto por donde lo hará... no estará a favor del viento si nos sentamos en nuestra mesa de siempre...
-Ya basta Mila, claro que nos sentaremos en la mesa de siempre... estás sacándome de quicio.
-Ok, creo que tienes razón.
-Es molesto ¿verdad?- me dijo andreas
-Humm- murmuré. Ahora comprendía mejor a Andreas, debió haberlo pasado fatal cada que nosotros lo sobreprotegíamos. Me parecía extraño aquel lugar que antes me parecía aburrido, ahora me encontraba en la cafetería con todo mi cuerpo rígido y tenso, mis sentidos estaban alertas, escuchando cada sonido por mínimo que fuera, cada pensamiento, solo mantenía bloqueada mi respiración. Esperaba escuchar que había dicho Beth de mí, pero nada, todo el mundo ignoró a los 4 vampiros en la cafetería ¿Cómo era posible que ella no hubiera comentado nada? ¿Acaso no había notado mi mirada asesina? Era extraño, una chica normal lo hubiera comentado con alguien, tal vez Beth era extremadamente tímida, tal vez solo se lo había comentado a su padre... por si acaso sería bueno darme una vuelta uno de estos días por su casa para averiguar que está pensando.
-¿Algo nuevo?- me preguntó Tom
-No, creo que ella no dijo nada- todos me miraron sorprendidos.
-Tal vez no asustas tanto como crees- dijo Tom riéndose –te apuesto que yo pude haberla aterrorizado mejor.-
-Eres imposible- dije poniendo los ojos en blanco
-Ahí viene- murmuró Mila- Intenten parecer normales.
-¿Normales?- dijo Tom mientras abría la mano derecha y mostraba una bola de nieve que había recogido y que por supuesto no se había derretido. La lanzó contra una ventana tan rápido que ningún ojo humano la hubiera podido ver y tan fuerte que el cristal se rompió, varios alumnos se giraron a ver el montón de cristales rotos, pero ninguno volteó hacia nuestra mesa.
(ok, hagan de cuenta ke solo estan los twins, plis!!... jiji!!!)
-Muy bien mi amor ¿Por qué mejor no atraviesas el muro?- dijo Mila con un tono sarcástico
-Sería más impresionante si tú lo hicieras cariño.
Intenté ponerles atención para evitar voltear hacia el lugar de Beth.
-En un momento ella va a voltear hacia acá- avisó Mila.
-Te ves enfermo Bill- dijo Tom riéndose de mi expresión de dolor- que mates a un humano no significa el fin del mundo.- le hice una mueca. –Tranquilo hermano, debes aprender a superarlo, no es bueno desperdiciar la eternidad sintiendo culpa. Justo en ese momento Mila lanzó una bola de nieve que había estado escondiendo hacia la cara de Tom que solo parpadeó confundido y luego comenzó a reírse mientras se sacudía las gotas de nieve derretida por el calor del lugar sobre Mila.
-¡Aw!- dijo ella mientras se alejaba de Tom y se reía a carcajadas, los 3 también comenzamos a reír. Pude ver en los pensamientos de Mila que ella había preparado toda esta “escena” para que Beth nos viera jugar y reír como cualquier humano.
Esperé que la mayoría de los alumnos estuviera en el salón, la verdad era que me estaba acobardando, no me sentía muy seguro de entrar al salón de química, era la peor hora y estaría solo, sin mis hermanos, pero Mila me aseguró que todo en mi futuro estaba bien y me sentía intrigado y un poco fascinado por la actitud de Beth, quería saber porqué no había comentado con nadie acerca de mí. Me dirigí a mi lugar, tomé la silla y la arrastré un poco para que ella escuchara y no se asustara al verme junto a ella, hugm, no debería de preocuparme por ella, pero parecía tan vulnerable que me resultaba imposible. Noté que estaba distraída dibujando en su libreta.
-Hola Beth!!- le dije tratando de sonar lo más amable que podía.
-Hola- me respondió, parecía estar sorprendida. Me presenté tratando de sonar casual, no sabía como reaccionaría, pero entonces ella me preguntó que cómo sabía su nombre, prácticamente toda la escuela la conocía, no sería difícil que yo supiera su nombre, no entendía su pregunta.
-Todo mundo sabe tu nombre, casi todo el pueblo te esperaba desde hace semanas- le dije
-Ya lo sé... solo que todos me conocen por Bethzaira Wilhem... como es que sabes que prefiero “Beth”- me susurró. Claro, como podía haberlo olvidado, se suponía que yo no debía saber eso, me tensé, no debía cometer ese tipo de errores, fijé mi vista al frente. Ella seguramente lo notó, bajó su mirada y anotó todo lo que el profesor Delbrück decía pero parecía nerviosa. De pronto algo en una esquina de su libreta llamó mi atención, ¿Beth había dibujado mis ojos? o al menos eran idénticos incluido el piercing de mi ceja izquierda, ¿Cómo podía hacer eso? Se suponía que debía estar asustada, no fascinada conmigo, solté una risita, realmente era una chica extraña, me intrigaba mucho conocer sus pensamientos, decidí hacerle unas cuantas preguntas de porqué se había mudado a Greilswald y ella las respondió, en sus ojos podía ver que seguía muy sorprendida seguramente por mi cambio de actitud, para hablar con ella tenía que respirar y su olor aún me quemaba pero al menos no me sentía tan sediento como la semana anterior, comenzaba a relajarme un poco cuando ella me hizo una pregunta que me tomó desprevenido: -¿Te pusiste pupilentes?- no supe que responder, por lo general los humanos se mantienen lo suficientemente alejados y desinteresados de nosotros que no se dan cuenta del cambio de color en nuestros ojos, por suerte en ese instante el profesor nos llamó la atención por hablar en clase y los 2 nos giramos en dirección al pizarrón.
Después de ese momento traté de evitar a toda costa a Beth, en el salón y si llegábamos a cruzarnos en algún pasillo únicamente le dirigía un simple “Hola”, ya había cometido muchos errores con ella, por lo visto era bastante observadora y no quería poner en riesgo a mi familia. Una noche estuvimos discutiendo la posibilidad de irnos, mis papás estaban de acuerdo, no querían presionarme demasiado, pero mis hermanos se negaron rotundamente, Mila confiaba demasiado en sus visiones y como hasta el momento no veía ningún riesgo me aseguró que podíamos permanecer aquí y Tom y Andreas ya estaban acostumbrándose al pequeño pueblo y les agradaba, además para ellos no era un asunto de vida o muerte que terminara rindiéndome a mis instintos matando a una humana, no sería la primera vez. En el fondo Andreas se sentía bastante satisfecho por haber dejado de ser el centro de atención.
Cada fin de semana salía de caza y también en los días soleados que siguieron, no podía permitirme tener un descuido con ella cerca, aún cuando ya había pasado varias semanas cerca de Beth resistir su exquisito aroma seguía siendo un gran sacrificio para mí, me sentía como un adicto sin poder consumir droga... y tenía que reconocerlo, últimamente me resultaba más difícil, no solo resistir su olor sino también las ganas que tenía de poder hablar con ella, deseaba sus compañía, resultaba una sensación extraña, a veces sentía envidia de Georg Listing, él pasaba la mayor parte del día con Beth. Algunas veces en clase imaginaba que tomaba su delicada mano, casi podía sentir su suave piel... ¿Cómo reaccionaría ella al contacto con mis dedos helados? seguramente se sorprendería y me rechazaría... odiaba sentirme de esa forma y terminaba fulminándola con la mirada.
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