-Eh?!... en realidad no... – Titubeé, tratando de recordar...-creo que tu apellido me suena familiar- respondí mientras nos dirigíamos al patio
-Mi padre es muy amigo del tuyo, te suena el nombre de Manfred Listing?? – mi mente iba a toda prisa tratando de recordar, sí!! ya lo tenía
-Nuestros papás solían salir juntos de pesca cuando éramos niños-
-Aún lo hacen de vez en cuando... oye cual es tu próxima clase??- me preguntó, sus ojos eran verdes y chispeantes como si sonriera con ellos
-Álgebra en el salón 5- dije mirando mi horario
-mmm bueno vamos, a mi me toca en el 6- atravesamos el lluvioso patio mientras nos reíamos y platicábamos acerca de cuando éramos niños y solíamos jugar cerca de la playa, nos detuvimos frente a mi salón
-Espero que haya alguna otra clase en la que coincidamos y podamos seguir platicando... tal vez te vea en la cafetería- dijo sonriendo y con un tono de voz que sonaba esperanzador.
Suspiré y entré al salón, por un momento había olvidado la sensación de tener un nudo en el estómago pero volvió en cuanto el profesor de álgebra pidió que pasara al frente y me presentara, me sentí ridícula y torpe con todas las miradas curiosas puestas en mí. En cuanto regresé a mi banca comencé a garabatear en mi libreta, tenía la manía de dibujar ojos y mientras, esperaba que el color de mis mejillas desapareciera.
La siguiente hora resultó mejor ya que hubo una chica más bajita que mi 1.70 y de cabello castaño y ondulado de nombre Kelly Hoffmann que se sentó a mi lado en álgebra y comenzó a hacerme plática, era agradable y bastante parlanchina, no había necesidad de hablar mucho, ella se encargó de llevar la plática y detrás de ella se sentaba su novio Gustav Schäfer, él parecía un chico tímido, pero buena onda, no muy alto, de cabello corto rubio, ojos castaños y tierna mirada.
Por suerte también estuvimos juntos en la siguiente clase, eso realmente me tranquilizó, nos fuimos juntos a la cafetería, nos formamos para tomar nuestro almuerzo y nos dirigimos a una mesa cercana que estaba vacía, en la mesa de junto estaban otras 2 chicas que eran sus amigas, Kelly me las presentó, creo que el nombre de una era Monika Fürste pero no le puse mucha atención mi mirada se desvió hacia la fila de chicos que formaban para tomar su almuerzo, ahí estaba Georg, que me saludó agitando una mano, le devolví el gesto. No podía creer que ese chico fuera el mismo niño flacucho y de orejas grandes con el que jugaba de niña, realmente había cambiado, no era muy alto pero tenía los hombros anchos y musculosos, sus ojos verdes eran pequeños pero bonitos y su nariz recta y afilada.
Hacia donde volteara había miradas curiosas clavadas sobre mí, traté de esquivarlas, pero ya comenzaba esa sensación de nudos en mi estómago, respiré profundo intentando calmarme, cuando de pronto miré hacia una esquina de la cafetería y algo atrajo mi atención...
Eran 4, 3 chicos y 1 chica, se sentaban en una mesa apartada de los demás, no me miraban como todos así que pude observarlos sin temor a que se dieran cuenta, parecía que no se movían ni comían, pero no era solo eso lo que me daba curiosidad, sino lo diferentes que parecían del resto de los estudiantes.
Uno de los chicos tenía el cabello peinado en rastas rubias de varias tonalidades que iban desde el castaño dorado al color miel y llevaba una gorra, parecía ser alto y delgado aunque no por eso dejaba de tener buen cuerpo, su rostro tenía unas finas facciones, sus ojos eran oscuros y sus labios eran carnosos, realmente apetecibles y llevaba en ellos un piercing de lado izquierdo. Su ropa era extremadamente ancha de estilo hiphop, pero aun así lucia muy bien.
Otro chico tenía el cabello rubio casi platino, lacio y un poco alborotado, era alto, él parecía tener los ojos un poco más oscuros, eran negros y su ropa era menos llamativa, lo que más resaltaba de él era su expresión, como si algo estuviera causándole dolor.
El otro era aún más alto y mucho más delgado, su cabello era de un negro intenso, lo llevaba largo casi a la altura de los hombros y algo despeinado en la parte superior de la cabeza, con unos mechones cayendo por su frente como de algún modelo de revista, sus ojos también eran un poco oscuros, y tenían una forma demasiado perfecta los llevaba delineados de negro lo que los hacia resaltar aun más, sus labios eran un poco más delgados que los del otro chico y llevaba un piercing en la ceja de lado derecho, su ropa era completamente diferente a los otros, llevaba unos jeans ceñidos y una chaqueta que parecía de diseñador con varios cierres y bolsillos, tenía una mano sobre la mesa y pude ver que llevaba las uñas color negro con una manicura perfecta y varios anillos bastante llamativos.
La chica era también alta, su cabello también era de un rubio casi platino y terminaba en unas suaves ondas en las puntas a mitad de su espalda, su figura era perfecta como de top model, realmente hacía parecer insignificantes a todas las demás chicas que estábamos presentes en la cafetería, sus ojos eran grandes, oscuros y sus labios carnosos, Su ropa parecía sacada de un catalogo con las últimas tendencias y sobre todo poseía una elegancia que nunca antes había visto.
A pesar de las diferencias en el cabello, los 4 se parecían muchísimo, eran extremadamente blancos, casi traslúcidos con unas ojeras muy marcadas como si fueran del color de los moretones, parecían no haber dormido en semanas, sus facciones eran perfectas, simétricas, angelicales. De hecho eso era lo que más llamaba mi atención, su increíble belleza, nunca hubiera esperado encontrar personas tan hermosas en Greifswald y menos en una preparatoria, tal vez en alguna foto truqueada de alguna revista pero nada más.
No parecían mirar hacia ningún lado y aun permanecían inmóviles como unas esculturas antiguas y perfectas, talladas en un mármol extremadamente blanco.
-Quienes son los de allá?? – le pregunté a Kelly, ella volteó para ver a quienes me refería y en ese momento el chico de cabello negro volteó a vernos como si hubiera escuchado, pero desvió la mirada con una expresión extraña
-Son Mila, Andreas, Tom y Bill Kaulitz, son hijos del doctor Jörg Kaulitz y su esposa Simon- me dijo tímidamente
-Wooaw!! son realmente... guapos-
-Vaya que si lo son!! pero mejor olvídalo- me dijo Monika poniendo los ojos en blanco
-Mila y Tom salen juntos y Bill, el de cabello negro, no sale con nadie, pero Andreas, el rubio que parece estar sufriendo es el más raro de todos, de hecho no suelen ser muy sociables- me respondió Kelly
-Sí y siempre andan los 4 solos sin juntarse con nadie, parecen bastante antipáticos, ya te darás cuenta- volvió a decir Monika, por su tono se notaba que no había tenido muy buenas experiencias con ellos.
-Salen juntos?? creí que eran hermanos??- dije pensando en que todos llevaban el mismo apellido
-Sí, bueno Tom y Bill son gemelos, aunque no lo parecen y los 2 rubios creo que son sobrinos del doctor o algo así, parece que los adoptaron desde niños- dijo Kelly
-Oh!- dije aun sorprendida, me sentía como si mirarlos me hipnotizara
-Hola Beth!- se oyó una voz que me sacó de mis pensamientos- Veo que ya conociste a mis amigos- dijo Georg mientras tomaba la silla que estaba junto a mi y se sentaba
-mmm sí! y espero que les haya caído bien- dije tímidamente mirando a Gustav y Kelly que en ese momento compartían una barra de chocolate
-Claro que nos caíste bien!! eres linda aunque un poco callada, ¿no Gus??
-Sí!! además a Kelly le caen bien todos los que la escuchan sin interrumpirla!!- dijo Gustav abrazándola, todos soltamos una risita mientras veíamos la cara de enfado de Kelly mientras decía refunfuñando- Me estás diciendo chismosa??!!
El resto del almuerzo siguieron tratando de ponerme al corriente de los chismes de la escuela incluyendo a los profesores, no supe como el tiempo pasó tan rápido, cuando el timbre sonó nos levantamos para dirigirnos a nuestras clases, no pude evitar voltear hacia la mesa de los Kaulitz, pero ya no estaban. La siguiente clase la compartía con Georg.
El timbre de salida sonó y rápidamente me despedí de mis “nuevos” amigos. Por suerte en cuanto salí mi papá ya estaba estacionado frente a la escuela, me apresuré a llegar al auto
-Hola papá!! – dije mientras abría la puerta del copiloto
-Hola Beth!! ¿¿Qué tal tu primer día?? por tu cara puedo ver que no fue tan malo- dijo mi papá con una sonrisa
-Pues no en realidad fue mejor de lo que esperaba... sabes con quien comparto 2 clases?? con el hijo de tu amigo Manfred, Georg Listing!!- yo misma me sorprendí de lo contenta que sonaba mi voz
-Qué bien! es un buen chico- dijo papá mientras arrancaba el auto. -Justamente vamos a verlos-
-A ellos??- pregunté- para qué??
-Es que le conté a Manfred de tu llegada y nos invitó a comer, pensó que sería una buena forma para que celebráramos tu bienvenida-
-ah o.k!!- dije sintiendo que la idea me agradaba demasiado, pensé que tal vez se debía a lo bien que se la pasaba uno en compañía de Georg, realmente era muy simpático y te hacía reír con sus ocurrencias –Qué extraño que Georg no comentara nada, seguramente él tampoco estaba enterado.
Mi papá condujo cerca de media hora hasta llegar al vecino poblado al pie de la costa de Greifswalder Bodden, donde vivían los Listing.
Casi llegamos al mismo tiempo que Georg, él venía en su auto y llegó tal vez un par de minutos antes, inmediatamente salió su papá y nos invitó a pasar. Después de una breve presentación que sirvió de recordatorio y una pequeña charla pasamos al comedor.
La charla durante la comida fue muy amena, aunque en ocasiones Georg y yo nos sonrojábamos por los incómodos comentarios de nuestros padres acerca de cuando éramos niños, no supe como salio a relucir el comentario de que necesitaba un auto para moverme por el pueblo sin necesidad de atenerme a papá, pero cuando me di cuenta Manfred ya nos había ofrecido su antiguo auto
-Beth no quiere algo muy lujoso-dijo mi papá- verdad hija??
-No- dije tímidamente viendo hacia mi último bocado de tarta de manzanas que tenía en el plato
-Qué bien!!, justamente estamos vendiendo mi auto, ya no lo necesito y Georg lo ha mantenido en perfecto estado- dijo Manfred -lleva a Beth a que vea el auto – dijo mirando a su hijo
-Vamos!-me dijo Georg mientras los 2 nos levantábamos para ir a la parte trasera de la casa donde había una especie de taller con toda clase de utensilios mecánicos regados por el suelo.
-Como verás el auto es bastante... viejo- dijo riéndose -pero es cierto que esta en buenas condiciones- dijo mientras me lo enseñaba por dentro y después me dio algunos detalles del motor y el kilometraje que realmente no entendí a pesar de mi esfuerzo, solo pude recordar algo acerca de que el motor no era muy rápido, lo cual sería preferible para Arthur, sobre todo teniendo en cuenta que la carretera casi siempre estaba mojada. También me dijo que su papá no había quedado muy bien de las vértebras después de una caída por lo que ya casi no salía y ya no lo necesitaba.
Cuando regresamos a la mesa ya me había decidido por el auto, mi papá estuvo encantado, tal y como lo pensé, cuando Georg le mencionó la lentitud del motor. Acordamos que de una vez me lo llevaría y así fue. Como ya había anochecido conduje sola hasta la casa seguida del auto de mi papá.
Al día siguiente, mientras conducía en mi “nuevo” auto, al menos para mí, recordé que mis clases serían diferentes a las del día anterior lo que inmediatamente provocó un nudo en mi estómago, era como empezar de nuevo, traté de mantener el optimismo y pensar que tal vez todo marcharía bien, encontraría algún buen compañero dispuesto a sacar la plática y tal vez en el almuerzo volvería a sentarme con Kelly, realmente me había caído bien, pero aún así el nudo de mi estómago no se iba.
Para mi mala suerte llegué muy temprano, en el estacionamiento de la escuela solo estaba estacionado un Audi Q7, no se mucho de autos pero recordaba haber visto un anuncio con un auto muy parecido hace poco tiempo en Baden, decidí esperar a que hubiera más estudiantes y me distraje un poco inspeccionando el auto que verdaderamente se encontraba en buenas condiciones y bastante limpio aunque aun tenía un ligero olor a cigarro.
Cuando me di cuenta ya estaba casi lleno el estacionamiento por lo que decidí que era momento de ir a mi salón, antes de abrir la portezuela le di un rápido vistazo a mi horario, tenía clase de química con el profesor Delbrück, me subí el gorro del impermeable, ya que para variar estaba lloviendo y salí tratando de esquivar las miradas curiosas a mi alrededor.
Al llegar al laboratorio me di cuenta que todas las mesas, que ésta vez eran dobles, estaban ocupadas, una de las chicas que me habían presentado el día anterior, Monika había entrado apenas un minuto antes que yo y se había sentado junto a Kelly, él profesor Delbrück, al verme parada en la entrada me hizo un gesto con la mano señalándome el único lugar vacío que estaba en una esquina, volteé para dirigirme al lugar y me di cuenta que quien ocupaba la mesa era Bill Kaulitz, nunca he sido buena para recordar los rostros de gente que apenas he visto en una ocasión, pero era imposible olvidar un rostro tan hermoso y perfecto, él me lanzó una mirada, pero no era de curiosidad como las de los demás, era fría y hostil, tanto que me hizo sentir incómoda, como si estuviera invadiendo su espacio al irme a sentar junto a él, así que intenté no mirarlo mientras me acomodaba en mi lugar, lo cual obvio, me resultaba casi imposible.
El profesor empezó a hablar, pero no podía concentrarme en su clase, me había dado cuenta que Bill se había alejado de mí todo lo que el ancho de la mesa le permitía, había volteado la cara y tenía una mano sobre su mejilla de manera que casi le cubría la nariz, y la otra mano la tenía cerrada en un puño, me daba la impresión de que mi olor le desagradaba, recordé que por la mañana había lavado mi cabello con mi shampoo de frutas, así que tal vez solo eran ideas mías. De vez en cuando lo miraba de reojo para ver si había cambiado esa incomoda posición, pero no, así permaneció hasta que el timbre sonó y fue el primero en salir, tan rápido que me pareció que casi había volado hacia la puerta.
Las siguientes clases estuve sentada junto a Kelly, Gustav y Georg, lo cual me hizo sentirme mucho más relajada, aunque aún no lograba entender el comportamiento de Bill, estuve pendiente de sus reacciones por si alguno hacía cara de asco al acercarse a mí pero ninguno pareció sentir repulsión.
A la hora del almuerzo volvimos a sentarnos en la misma mesa. Mientras comíamos y charlábamos, aunque en realidad yo solo me limité a escuchar, me sentía extraña como si tuviera la necesidad de voltear hacia la mesa de los Kaulitz, me sentí ridícula por pensar así, pero de todos modos giré la cabeza hacia aquella esquina, de nuevo permanecían inmóviles, con las charolas de comida intacta e increíblemente hermosos igual que el día anterior, dejé de escuchar la plática de mis amigos por completo, estaba absorta contemplando su perfección, cuando de pronto algo raro pasó...
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