RESUMEN


¿Qué harías si todo tu mundo cambiara derepente? ¿Si todo lo que pensabas imposible fuera real? Si la persona que más amas estuviera a punto de matarte... y guardara un secreto que podría cambiar tu vida...


CATEGORIA: hetero.

GÉNERO: romance, vampiros

PERSONAJES: Tokio Hotel

CLASIFICACIÓN: +15

TERMINADA: no

18 ene 2011

CAPITULO 3:










------- Narra Bill--------










Estaba sentado en el salón de clases, el aburrimiento era tal que ni siquiera era capaz de recordar la clase en la que estaba, deseaba tanto poder cerrar los ojos y dormir, de hecho estar en la escuela era lo más parecido que tenía a dormir ya que me encontraba en un estado inerte entre periodos activos, disimuladamente tomé mi Ipod del bolsillo de mi chamarra y me coloqué los audífonos, era la única manera de minimizar un poco las voces que revoloteaban en mi mente, aún con el sonido de la música sería capaz de escuchar si el profesor me hacía una pregunta, aunque realmente dudaba mucho que eso sucediera, hacía mucho que los profesores habían dejado a un lado las preguntas para mí cansados de escuchar siempre la respuesta correcta, era lógico después de cursar tantas veces la preparatoria, saber todos los temas de memoria.






Todos los pensamientos del día de hoy se centraban en el ingreso de una alumna a la escuela, para todos los humanos era todo un acontecimiento, había visto su rostro desde todos los ángulos en los pensamientos de los demás. La emoción que había causado su ingreso resultaba predecible hasta el aburrimiento, solo era otra chica como las demás.






Solo hay 3 voces que intento siempre bloquear por cortesía, las de mis hermanos, los cuales están ya tan acostumbrados que no se quejan por falta de intimidad, aún así lo intento, pero a veces no puedo evitar enterarme de cosas, Tom estaba impaciente por que terminaran las clases y así poder organizar una revancha contra Andreas, la noche anterior había perdido y estaba que echaba chispas, Mila estaba con los ojos fijos en la nada tratando de concentrarse buscando si había algún signo que nos alertara sobre algún riesgo con Andreas.




En cuanto llegó la hora del receso Tom y yo nos dirigimos a la cafetería, en el mostrador estaban comprando el almuerzo Mila y Andreas, nos dirigimos hacia ellos y tomamos nuestras charolas como de costumbre, había que guardar las apariencias, nos sentamos los 4 en la mesa de siempre en una esquina, la más alejada de las demás.




-Bill- me llamó Mila mentalmente -¿Cómo va? ¿Hay algún peligro?-




Moví la cabeza hacia la izquierda muy despacio, como si contemplara las demás mesas, y luego me volví hacia la derecha. Sólo Mila se dio cuenta de que estaba negando con la cabeza. Estaba muy acostumbrado a tener este tipo de charlas mentales con ella. Aunque en realidad no disfrutaba el tener que vigilar los pensamientos de Andreas, ¿No era mejor admitir que él nunca sería capaz de controlar su problema con la sed como los demás, en vez de tentar su fuerza de voluntad? Hacía 2 semanas desde que habíamos salimos por última vez a cazar, lo cuál no significaba un gran problema para el resto de nosotros, tal vez algo doloroso cuando algún humano se acercaba demasiado, pero es algo que no suele ocurrir frecuentemente, su instinto les dice que somos peligrosos y en ese momento Andreas realmente lo era.




Una chica pasó rodeando nuestra mesa y en ese momento una ráfaga de viento frío hizo revolotear su rubio cabello llevando hacia nosotros su aroma, inmediatamente sentí la garganta seca y adolorida, un hueco en el estómago y un flujo excesivo de veneno en la boca, ya estaba acostumbrado a la sensación que me provocaba ese olor, pero hoy era más difícil de ignorar debido a que seguía los pensamientos de Andreas, era como sentir la sed de los 2, él comenzó a imaginar que se levantaba de su lugar y se dirigía a la chica, se inclinaba como susurrándole algo al oído y sus labios rozaban su garganta, podía imaginar el flujo de su sangre brotando caliente hacia su boca, di una patada a su silla.




-Lo siento- dijo bajando la mirada, podía oír en sus pensamientos como se debatía.


-No iba a pasar nada, lo vi- dijo Mila tratando de romper la tensión que se había formado en la mesa, no resultaba fácil para ninguno de los dos oír voces y tener visiones del futuro. A veces nos sentíamos como bichos raros. Debimos de haber ido a cazar la noche anterior, era estúpido arriesgarnos de esa manera y Andreas tendría que reconocer sus limitaciones.


“Bill Kaulitz”, casi por reflejo me volví al oír mi nombre, nadie lo había pronunciado en voz alta, solo lo había pensado, al girar la cabeza me topé con unos ojos color chocolate, inmediatamente reconocí ese rostro a pesar de no haberlo visto mas que en las mentes de los demás estudiantes, era Bethzaira Wilhem, la nueva alumna, hija del jefe de policía Wilhem, por lo visto le gustaba que la llamaran Beth ya que había corregido a todos los que la llamaban por su nombre completo, me tomó un segundo darme cuenta que no era ella quien había pensado mi nombre.


“Claro Beth ya se ha quedado fascinada con los Kaulitz”, continuaba el pensamiento que había oído, lo identifiqué como la “voz” de Monika Fürste, hacía ya un buen tiempo que dejo de molestarme con sus fantasías, realmente estaba tan encaprichada que era difícil escapar de ellas, me hubiera gustado decirle lo que podría pasar si mis labios (y mis dientes) estuvieran tan cerca de su cuello, eso hubiera acabado rápidamente con sus fantasías.


“No entiendo por qué todos los chicos la miran embodados” continuó Monika “ni siquiera es tan bonita... hasta Georg la mira...” hizo una mueca de dolor al pensar esto último, seguramente este debía ser su más reciente capricho. Kelly Hoffmann también hablaba con la chica nueva y le explicaba todo lo que los demás sabían de mi familia, pero sus pensamientos eran más amables, parecía que realmente había simpatizado con la nueva, traté de bloquear su charla antes de que me volvieran loco.






-Monika Fürste y Kelly Hoffmann están sacándole todos los trapos sucios del clan Kaulitz a la chica nueva- le murmuré a Tom




-¿Y lo están haciendo bien?- dijo sonriendo, en un tono tan bajo que ningún humano sería capaz de escucharnos


-En realidad son poco imaginativas, ni una pizca de terror... que decepción




-¿Y la chica nueva también está decepcionada?


Puse de nuevo atención en su charla, ¿Qué diría Beth cuando se fijara en la extraña familia de piel tan blanca, de la que todos se alejaban? Por lo regular era yo quien hacía el papel de vigilante con los humanos, debía hacerlo por la seguridad de mi familia, si alguien comenzaba a sospechar o notar algo raro con nosotros, yo debía ponerlos sobre aviso para inmediatamente desaparecer del lugar, ya había ocurrido un par de veces antiguamente, aunque en las últimas décadas los humanos habían estado tan sumergidos en sus propios problemas y frivolidades que muy pocas personas tenían tiempo para imaginar historias de terror con vampiros y nosotros cada vez adquiríamos mejores “técnicas” para pasar desapercibidos.



Por más que intenté concentrarme no lograba escuchar nada más que no fueran las voces de Kelly y las frivolidades de Monika, parecía como si la chica nueva se hubiera ido... no, no era posible ya que Kelly seguía sosteniendo una charla con ella “Sí... bueno Tom y Bill son gemelos, aunque no lo parecen y los 2 rubios creo que son sobrinos del doctor o algo así, parece que los adoptaron desde niños”... ella debía de haber preguntado sobre nuestro parentesco, esperé una respuesta de su parte pero nunca llegó, qué extraño... comenzaba a desesperarme, nunca antes me había pasado, volteé hacia donde estaban y me topé con sus ojos color chocolate, sus mejillas tenían un color rosado, podía ver el flujo de su sangre correr por sus venas, me alegré de que Andreas siguiera con la vista fija en la mesa, incluso podía ver el esfuerzo que representaba para ella estar ahí sentada tratando de mantener una conversación con extraños, su expresión mostraba sorpresa, curiosidad, algo que no era extraño, muchas personas sentían curiosidad y rechazo por mi familia, también parecía sentir algo más... ¿fascinación?... tal vez, resultábamos hermosos a los ojos de los humanos, nuestras presas potenciales. “Hola Beth!” de pronto alguien más se unió a su plática, fue fácil reconocer la voz se trataba de Georg Listing uno de los chicos de Greifswalder Bodden “Veo que ya conociste a mis amigos” dijo, de nuevo siguió un silencio, me sentí frustrado y cansado de esforzarme, no tenía sentido obsesionarme con una simple humana, pero ¿Qué era lo que tenía esa chica que me hacía imposible leer su mente? a pesar de su “silencio mental” sus ojos reflejaban claramente sus emociones. Comencé a pensar que algo extraño estaba pasándome, era la única razón por la que no sería capaz de leer su mente, pero me sentía como siempre... de nuevo intenté concentrarme en su charla, Georg parecía tener cierto interés en ella, aunque eso lo hubiera podido notar hasta un humano! no era necesario leerle la mente para darse cuenta, al parecer ya la conocía desde antes, estaba pensando en una playa con 2 niños jugando en la arena, uno de esos niños debía ser él y la otra debía ser Beth, pensaba en lo guapa que se había vuelto, después la plática dio un giro, ahora entre él, Kelly y su novio Gustav la ponían al corriente de los chismes de la escuela, ella parecía solo prestar atención y yo me esforcé una ultima vez, de pronto todas las “voces” comenzaron a gritar en mi cabeza...














(Dar PLAY)


-¿Qué miras?- dijo Mila sacándome de mi concentración, lo cuál agradecí ya que estaba siendo muy molesto todo aquello, no deseaba obsesionarme con sus “pensamientos ocultos”, seguramente ya encontraría la manera para descifrarlos y los encontraría tan comunes y corrientes como los de los demás.




-¿La chica nueva ya nos tiene miedo?- preguntó Tom, yo solo me encogí de brazos por respuesta y nos levantamos de la mesa un segundo antes de que sonara el timbre. Intenté olvidarme de la chica casi por completo.






Al día siguiente me encontraba en clase de química, preparándome para soportar el aburrimiento, me instalé en mi lugar y coloqué los libros regados por toda la mesa, los cuales no contenían nada que yo no supiera. El salón poco a poco comenzó a llenarse, todas las mesas fueron ocupadas, yo era el único que no compartía mesa, el instinto de supervivencia de los humanos los mantenía alejados de mí aún cuando su mente racional no entendía el porqué, el profesor Delbrück estaba a punto de comenzar cuando alguien más llegó, Bethzaira Wilhem estaba parada en la puerta, parecía nerviosa y al parecer trataba de buscar un lugar donde sentarse, rápidamente limpié el lugar, seguramente ella lo ocuparía al no haber otro. Comenzaba para ella un semestre muy largo, al menos en esta clase, tal vez lograría descifrar el secreto de su mente teniéndola cerca, nunca antes había necesitado de la cercanía para hacerlo pero... tampoco es que pensara que valía mucho la pena intentarlo... solo era otra humana.


Tal como lo imaginé el profesor le señaló el lugar, ella titubeó un poco al darse cuenta que quien se sentaría a su lado sería yo, dio unos pasos y se colocó justo delante de la calefacción que en ese momento soplaba en mi dirección... sentí un fuerte golpe cuando su olor me llegó, como la bola de una grúa de demolición... en ese instante mi perspectiva de la vida cambió, no quedó ni un rastro de la poca humanidad que trataba de conservar... yo era un vampiro y ella tenía la sangre más dulce que jamás había olido en 90 años, aún no podía comprender que existiera un aroma tan exquisito como ese, de haber sabido que existía hace mucho que lo hubiera buscado, si fuera preciso, por todo el planeta... comenzaba a imaginarme el sabor... sentía la boca y la garganta ardiendo, mi estomago se retorció de hambre era como si en vez de aire lo que entraba por mis pulmones fuera fuego, sentía en mi boca un flujo incontrolable de veneno, mis músculos se contrajeron para saltar en cualquier momento y aun no había pasado ni un segundo, ella todavía no terminaba de dar un paso cuando clavó los ojos en mí, vi la expresión de mi cara reflejada en sus pupilas, era la imagen de un depredador, de un monstruo y eso fue lo que en esos momentos le salvó la vida, pero ella no hacía nada por ayudar, sus mejillas se llenaron de sangre pintando su piel del color más delicioso que había visto, su olor ocupaba mi mente haciendo mis pensamientos totalmente incoherentes. Los nervios la hicieron caminar lentamente, sus pasos eran torpes, se veía tan vulnerable e indefensa, incluso más que cualquier otro humano. Intentaba concentrarme en el rostro que había visto reflejado en sus ojos, el del monstruo que había en mí y que había derrotado durante décadas de disciplina, su olor hizo que casi saltara de mi asiento... no!... mi mano se aferró a la mesa con todas mis fuerzas al punto de dejar marcada la forma de mis dedos, tenía que destruir la evidencia, era una regla básica, tomé las astillas entre mis dedos hasta hacerlas polvo, sabía lo que estaba a punto de suceder, la chica se sentaría junto a mí y yo tendría que matarla al igual que a los 18 alumnos restantes y al profesor, una vez que estos fueran testigos de la atrocidad que cometería contra la chica. Casi al momento de pensarlo me acobardé, ni en mis peores momentos había llegado a cometer un crimen como ese.






No le daría tiempo a ella de reaccionar, gritar ni sentir dolor, no sería cruel con ella, era lo único que podía hacer, pero no debía demorar, dejar que los demás escaparan, las ventanas no significaban ningún riesgo ya que eran bastante altas, solo quedaba la puerta, debía bloquearla, pero para entonces ya estarían haciendo mucho ruido, seguramente eso atraería la atención de personas en el pasillo y eso aumentaría el numero de inocentes que matar.


Lo mejor sería comenzar por los testigos y reservar el dulce sabor de Beth para el último momento, hacerlo no me llevaría más de 5 segundos. Su olor seguía quemándome y resecando mi garganta, el monstruo estaba a punto de salir... alguien abrió la puerta en ese momento y una ráfaga de aire fresco e inodoro llegó hasta mí, aspiré una bocanada, durante un segundo logré pensar con claridad y vi 2 rostros uno era el de Jörg mi papá, el cual tenía una gran fuerza de voluntad que lo había llevado a abrazar una vida lo más humanamente posible y alejado de la tentación de probar sangre humana, yo había intentado seguir sus pasos durante los últimos 80 años, mis rasgos no habían cambiado, pero a mí me parecía que algo de su sabiduría y compasión había marcado mi expresión así como trazas de su paciencia eran evidentes en mi ceño. En pocos momentos, no quedaría en mí nada que reflejara los años que había pasado con mi padre. El otro rostro era el de Simon mi mamá, mis ojos volverían a brillar rojos como los de un demonio, toda la bondad habría desaparecido. Yo veía el rostro de mis padres en mi mente, y sus ojos no me juzgaban. Sabía que ellos me perdonarían por el horrible acto que iba a cometer, porque me amaban, y pensaban que era mejor de lo que en realidad era. Y seguirían queriéndome, incluso aunque les demostrara que estaban equivocados, la tristeza me hería tanto como el fuego en mi garganta.




Beth se sentó juntó a mí, me aparté de ella con asco, sentía repulsión por esa humana que me hacía desear tanto su sangre ¿Por qué tenía ella que venir aquí y destruir mi vida? ¿Por qué tenía que acabar con mi paz? ¿Por qué tenía que haber nacido? De pronto me sentía invadido por una terrible furia, decidí que lo mejor era no verla, ignorarla ¿Por qué tenía que arriesgar mi vida y la de mi familia por culpa de esta humana? ¡Yo no quería volver a ser un monstruo! ¡No quería matar a tantos inocentes! ¡No! Ella no era nada... no valía la pena perderlo todo por nada... el problema era su exquisito olor, tenía que resistirlo de alguna manera, si tan solo alguien volviera a abrir la puerta y una ráfaga de aire fresco llegara hasta mí.




Beth inclinó la cabeza fijando la mirada en la mesa y al hacerlo sacudió su cabello castaño ¿Estaba loca? ¡Era como si se empeñara en querer hacer salir al monstruo! De nuevo rogué por un poco de aire fresco, no lo hubo, pero yo no tenía porque respirar... sentí un alivio, pero no era completo, aún tenía el recuerdo de su olor, podía sentirlo también en mi lengua, nunca antes había interrumpido mi respiración por mucho tiempo, era incómodo, aun cuando mi cuerpo no necesitaba oxigeno, al menos era preferible que seguir oliéndola y no poder clavar mis dientes en su suave y tibia piel... ¡No! ¡Solo 1 hora! Tendría que resistir por lo menos 1 hora, debía hacerlo si quería evitar una masacre. Debía dejar de pensar en eso y buscar algo más en que concentrarme, algo que no fuera ella, pero no pude, deseaba saber lo que estaba pensando, por lo menos poder ver sus ojos pero ella mantenía la mirada apartada de mí, fija en la mesa ¿Era por timidez? o ¿Sentiría miedo? Mi odio hacia ella crecía cada minuto, odiaba no poder saber lo que pensaba, odiaba que su olor me volviera loco... la odiaba con la misma intensidad con la que amaba a mi familia.




Me sentía impaciente, deseaba tanto que la hora terminara, pero ¿Y después? ella saldría del salón y yo podría presentarme, Hola soy Bill Kaulitz ¿Puedo acompañarte a tu salón? lo más probable es que ella aceptara, aunque me tuviera miedo, eso era lo correcto, y entonces no sería difícil llevarla por el camino equivocado, el lado derecho del patio chocaba con una parte del bosque, estaba lloviendo, ¿2 impermeables pasarían desapercibidos? ¿Alguien se daría cuenta que había sido yo la última persona con la que Beth había estado? Mi cuerpo temblaba levemente por culpa del ardor y la sed... sonó el timbre... por fin se había terminado esa hora de pesadilla, salté de mi asiento y me apresuré a salir del salón sin tener ningún cuidado en no ir demasiado rápido y levantar sospechas.




Me dirigí a toda prisa al estacionamiento, entré en mi auto, por suerte a esa hora el lugar estaba vacío, casi inmediatamente al respirar el aire fresco y húmedo y sentir la fina lluvia mojando mi cara sentí un alivio, que recuperaba la cordura y el control de mi mismo, ahora podía pensar con claridad, me di cuenta que mi odio hacia ella era injusto, lo que realmente odiaba era a mi mismo, todo lo que provocaba en mí, quizá si la evitaba podía terminar con todo eso, sí, eso era lo mejor, al terminar las clases iría a la dirección y pediría mi cambio de la clase de química. No había razón para disgustar a papá, ni causar tensión, preocupación o dolor a mamá.



Pensé en Mila ¿Por qué no había venido a ayudarme? seguramente me habría visto matando a Beth y al resto del salón... lo más probable es que se hallara tan concentrada vigilando a Andreas que no se había dado cuenta que el verdadero peligro en ese momento era yo, tal vez así era mejor me avergonzaba que mis hermanos supieran que estaba a punto de cometer una masacre.






-Buenos días señora Schmidt- dije entrando en la dirección -¿Podría ayudarme con mi horario?




-Por supuesto ¿Qué deseas?- “no seas tonta es demasiado joven, tanto como para ser mi hijo, es ridículo pensar en él de esa forma”- se decía a sí misma




-¿Podría cambiar la clase de química por otra...? ¿Tal vez física o biología? la que sea...




-¿Tienes problemas con el profesor Delbrück?




-No, no es eso... es solo que ya he visto esos temas y preferiría aprovechar el tiempo en algo más- dije con una voz suave y extremadamente amable mientras ella lo pensaba y revisaba las listas en la computadora: Todos los profesores se han quejado, contestan todo correctamente, deberían estar los 4 en la universidad, apuesto a que su mamá les da clases.




-Lo siento, pero todos los grupos están cerrados... en verdad no puedo hacer nada...


-Por favor señora Schmidt... debe haber algún lugar, donde sea...




-No, de verdad lo siento, pero tendrás que quedarte en química.




-Está bien, gracias- dije dando un ligero portazo al salir, no podía creer que iba a tener que soportar esto todos los días...

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