---------Narra Beth--------
A la hora del almuerzo volvimos a sentarnos en la misma mesa. Mientras comíamos y charlábamos, aunque en realidad yo solo me limité a escuchar, me sentía extraña como si tuviera la necesidad de voltear hacia la mesa de los Kaulitz, me sentí ridícula por pensar así, pero de todos modos giré la cabeza hacia aquella esquina, de nuevo permanecían inmóviles, con las charolas de comida intacta e increíblemente hermosos igual que el día anterior, dejé de escuchar la plática de mis amigos por completo, estaba absorta contemplando su perfección, cuando de pronto algo raro pasó...
-¿Qué estas mirando? Beth- dijo Kelly tocándome el hombro, en ese preciso momento Bill giró la cabeza y miró a Kelly como si hubiera escuchado su nombre y luego me miró a mí, de nuevo parecía querer desaparecerme con la mirada, bajé la vista hacia la mesa lo más rápido que pude y pasé el resto del receso tratando de olvidar esa fría mirada y esta vez participando más en la charla, aunque esa extraña sensación de necesitar mirar a los Kaulitz no desaparecía. Al igual que ayer en cuanto el timbre tocó volteé hacia la mesa, pero ya no estaban.
El resto de la semana fue igual, hasta empezaba a sentirme más a gusto en la escuela a excepción de la clase que compartía con Bill, justo al sentarme junto a él se ponía tenso, ahora realmente pensaba que Monika tenía razón al decir que eran bastante antipáticos, era lógico el porqué permanecían los 4 solos.
Mi primer fin de semana en Greifswald la pasamos juntos mi papá y yo, fuimos de compras a la ciudad vecina, había que surtir la despensa y de paso aproveché para comprarme un poco de ropa más abrigadora. El domingo por la noche telefoneé a mamá tal como le había prometido, me hizo muchas preguntas, seguramente pensaría que había cambiado de opinión y le pediría que fuera por mí, por el contrario le conté acerca de mis nuevos amigos y la escuela simulando más entusiasmo del que de verdad sentía y así dar por cerrado el tema de mi lugar de residencia.
El Lunes por la mañana desperté por lo que creía, era un rayo de sol que entraba por la ventana, corrí a abrirla y aunque en realidad el sol no calentaba mucho y el viento se sentía algo húmedo, al menos no estaba nublado como toda la semana anterior, podía ver el cielo azul, sinceramente ya estaba dudando volver a ver algún color en el cielo que no fuera gris aquí en Greifswald, inmediatamente me sentí de mejor ánimo. Desayuné rápido ya que por contemplar el cielo se me había hecho tarde. Como de costumbre papá salió antes que yo.
En la escuela todo pasó sin ninguna novedad, hasta que llegó la hora del receso, para no variar no pude evitar mirar hacia la mesa de la esquina, pero esta vez me llevé una gran decepción, estaba vacía, suspiré y volví a mirar hacia mis amigos.
El resto del día había logrado olvidarme de aquella extraña familia, ó al menos eso pensaba, pero cuando ya estaba acostada en mi cama no pude dejar de preguntarme el porqué de su ausencia, me sentí tonta por mi excesivo interés en ellos y por un momento deseé que amaneciera rápido solo para volver a verlos, bueno... más bien para volverlo a ver a él en especial... a Bill, era ridículo que aún con la forma en que me trataba yo estuviera pensando en él.
Recuperé mi buen ánimo cuando al despertar me di cuenta que nuevamente era un día soleado, pero me sentí bastante desilusionada cuando a la hora del receso volví a mirar hacia esa mesa y de nuevo estaba vacía y ni qué decir de cuando llego la clase de química, llegué incluso a sentirme algo deprimida. Por suerte la directora de la escuela, la señora Dölingen, entró al salón a media clase para dar el aviso de que los profesores tendrían una junta y las últimas clases se suspenderían. Al terminar la clase Georg estaba esperándome fuera del salón
-Oye Beth, ¿Ya les dieron el aviso de que se suspenden las últimas clases?
-Sí, por suerte- dije sin mucho ánimo
-Te sientes bien??- me dijo algo angustiado mientras tomaba mi mochila
-Sí, no te preocupes, es solo que... creo que no dormí bien- respondí con una sonrisa algo forzada
-Ah! bueno, es que quería invitarte a tomar algo o podemos dar un paseo aprovechando que está el día soleado- dijo sonriendo tímidamente mientras me tomaba del brazo y caminábamos por el patio
-mmm sí, vamos- dije, aunque Georg me caía muy bien no estaba muy convencida de querer que saliéramos él y yo solos, así que con la mirada traté de buscar a Gustav y Kelly, estaban sentados en una banca, en cuanto nos vieron se levantaron y caminaron hacia nosotros
-Georg y yo pensamos ir a dar un paseo y después tomar algo, ¿Vienen con nosotros?- les dije con la esperanza de que aceptaran
-Sí!! y de paso me acompañan al trabajo de mi papá, tengo que recoger algo- dijo Kelly con una sonrisa, suspiré aliviada, aunque me dio la impresión de ver que Georg hacía una mueca de desagrado, ni modo, tampoco quería darle falsas esperanzas y por otro lado me parecía buena idea distraerme un poco y dejar de pensar en los Kaulitz.
El jueves por la mañana el despertador sonó, abrí lo ojos pesadamente y creí que tal vez no lo había puesto a la hora correcta, estaba demasiado oscuro, me asomé a la ventana y vi con desagrado que el cielo estaba más encapotado que de costumbre, parecía que iba a caer una tormenta o algo así, tal como me lo temía cayó una ligera nevada, genial, de vuelta a la realidad de Greifswald.
En la escuela, todos parecían estar muy contentos con la nevada, se formaban grupitos entre los que se lanzaban bolas de nieve, me dirigí al salón intentando esquivarlas. Sentada en la mesa de la cafetería traté de resistirme a voltear a ver hacia la mesa de la esquina más alejada, pensando que me llevaría la misma decepción de los días pasados, pero mi fuerza de voluntad no era suficiente, volteé y allí estaban, esta vez era distinto los 4 charlaban, incluso me pareció ver que reían, desvié la mirada rápido temiendo que él volteara y desapareciera su buen humor al verme, creí que ya sufría yo de delirios, casi en automático sentí que también mi ánimo mejoraba. Aún así ya me estaba resignando a que en cuanto entráramos al laboratorio todo sería como antes y volviera a ignorarme.
Entré a la clase de química, aún no estaban todos, él tampoco, me senté y comencé a hacer mis acostumbrados garabatos de ojos, de pronto escuché que la silla de al lado se movía y alguien se sentaba
-Hola Beth!!- dijo una voz tan encantadora que pensé que así debería de sonar la de un ángel
-Hola- respondí tratando de asimilar su repentino cambio de actitud y mirándolo como una boba
-Disculpa, no me había presentado, soy Bill Kaulitz –dijo sonriendo despreocupadamente como si nada hubiera pasado la semana anterior, me miró un poco extrañado al ver que lo observaba sin responder nada
-¿Como es que sabes mi nombre?- respondí, casi balbuceé confundida
Se rió mostrando sus blancos y perfectos dientes, era una sonrisa casi de comercial de pasta dental que embobaba a cualquiera, ó al menos a mí
-Todo mundo sabe tu nombre, casi todo el pueblo te esperaba desde hace semanas- dijo sin perder la sonrisa
-Ya lo sé... solo que todos me conocen por Bethzaira Wilhem... como es que sabes que prefiero “Beth”- dije extrañada y con un tono de voz tan bajito que parecía hablar conmigo misma, aún así pareció escucharme porque inmediatamente su sonrisa desapareció y nuevamente volvió a la misma posición incomoda de antes y yo no tuve más remedio que fijar la vista en mi libreta y tomar notas de lo que decía el profesor, algo molesta por la estúpida manera en que había echado a perder lo poco, ó casi nada, que había ganado.
El profesor Delbrück explicaba un tema, yo lo escuchaba y anotaba, pero no me atrevía a alzar la vista, los últimos 5 minutos sentía como Bill había clavado su mirada en mí y eso me ponía nerviosa, sentí que se inclinaba un poco hacia mi libreta, como si tratara de ver lo que hacía, ¿¿Qué había en mi libreta que pudiera despertar su curiosidad?? Miré la esquina inferior, donde estaban mis garabatos de ojos y sentí que mis mejillas comenzaban a arder, sin darme cuenta había dibujado un par de ojos idénticos a los suyos, puse disimuladamente mi mano sobre el dibujo y escuché como se le escapaba una risita.
Pasaron unos minutos que a mí me parecieron horas antes de que desapareciera el calor de mis mejillas y entonces él volvió a dirigirme la palabra
-¿Qué te hizo atravesar medio Alemania para mudarte aquí?- dijo tomando una postura relajada, aunque seguía sentado lo más lejos posible de mí, miré su rostro de nuevo se veía de buen humor
-Mi mamá se casó...- dije sin pensarlo en cuanto lo miré a los ojos
-Y él no te cae bien- me interrumpió con mucha seguridad
-amm... no exactamente, Henry es buena onda, solo que preferí mudarme con mi papá- dije mirándolo extrañada, había algo diferente en su mirada, por un momento pensé que se trataba de su repentino cambio de humor lo que había suavizado la expresión de sus ojos, pero no, de nuevo sentía como si me estuviera hipnotizando, cuando de pronto descubrí que era lo diferente
-¿Te pusiste pupilentes?- le pregunté, tratando de ocultar mi exceso de curiosidad.
Pero no respondió, solo me miró confundido por unos segundos antes de que él profesor Delbrück nos llamara la atención por hablar en clase, los dos nos giramos viendo el pizarrón y así permanecimos hasta que la clase terminó y como de costumbre Bill salió casi volando del laboratorio. Estaba segura de haber visto que sus ojos eran oscuros la semana pasada y ahora como por arte de magia eran miel, casi dorados, definitivamente ya estaba enloqueciendo.
Al salir Kelly se me unió de prisa
-Woaw!! Bill y tu estaban platicando??!!- dijo muy sorprendida -eso sí que es extraño, en todo el tiempo que lleva aquí, nunca lo había visto dirigirle la palabra a nadie, a menos que algún profesor lo obligara a estar en algún equipo o algo así-
La miré incrédula –en serio??- le pregunté –Ellos no son de aquí??
-Claro que no!! hace 2 años que llegaron, creo que vienen de Dinamarca, no sé bien... Dime qué te dijo??!!!- en verdad parecía tener mucha curiosidad por saber
-mmm, pues, no mucho, solo me preguntó por qué me había mudado aquí...
-Solo eso??- me dijo algo desilusionada
-Sí, solo eso- respondí encogiéndome de hombros.
Las siguientes semanas pasaron demasiado rápido, mi amistad con Georg parecía ser cada vez más estrecha, había decidido no darle alas a su evidente interés en mí, pero me la pasaba tan bien con él que era imposible permanecer mucho tiempo alejada de él, aún así, trataba de que nuestras salidas incluyeran a Kelly, Gustav y de vez en cuando a una de las amigas de Kelly, Monika, la cual parecía mostrar cierto interés en Georg y por lo tanto no se comportaba muy amigable conmigo que digamos, pero aún así eso me ayudaba a no sentirme extraña y sola en ese lugar.
En la escuela, las cosas eran raras, mi extraña necesidad de mirar hacia donde estaban los Kaulitz persistía, pero para mi mala suerte el carácter de Bill parecía ir empeorando conforme los días pasaban, después de esa breve conversación que habíamos tenido ya hace varias semanas, demasiado breve para mi gusto, por lo menos cuando llegábamos a cruzarnos en los pasillos o en el laboratorio me saludaba y me sonreía, pero últimamente, solo me saludaba y de nuevo su mirada se tornaba cada vez más fría como al principio, y para colmo, cada vez que lo veía, notaba que sus ojos se estaban oscureciendo, eso sí que era raro, a pesar de mi curiosidad, preferí no volver a preguntarle nada sobre si usaba pupilentes y tampoco comentarlo con mis amigos, seguro pensarían que estaba volviéndome loca, yo misma ya lo estaba creyendo, ya que aparte del color de sus ojos, había otras cosas que me tenían muy intrigada, me había dado cuenta que en los pocos días soleados, ninguno de los 4 Kaulitz asistía a la escuela.
Un par de días antes de mi cumpleaños que era el 14 de Diciembre, estábamos mis amigos y yo en la cafetería planeando como celebrarlo
-Entonces qué Beth, qué piensas hacer??- Preguntó Kelly –ya le dijiste a tu papá que te deje quedarte a dormir en mi casa?
-¿Para qué? Eso no tiene gracia, se la van a pasar ustedes solas...- dijo Georg con una mueca de aburrimiento
-Pues qué querías, es una pijamada, obvio no irán ustedes- dijo Kelly
-No, no, yo creo que mejor deberías hacer algo donde podamos estar todos, o no?- dijo Gustav mirando a Georg.
Como de costumbre yo solo escuchaba, la verdad no tenía muchas ganas de celebrar nada, todos mis cumpleaños los había pasado solo con mi mamá, no entendía porqué todos insistían en qué debería ser diferente solo por cumplir 17 años
-Ya sé!!-dijo Georg bastante emocionado –Podemos hacer un día de campo en la playa!! no?
-Síí!! no suena mal... qué dices Beth??- dijo Kelly
-Pues... sí, suena bien... solo espero que no esté lloviendo- dije
-No, la predicción del tiempo para el viernes es buena- afirmó Georg
-En serio??... estará soleado??- le pregunté
-Bueno, según el pronóstico al menos no lloverá- me respondió un poco dudoso.
Ellos siguieron charlando sobre el día de campo, cuando Kelly me dijo entre dientes y algo emocionada –Bill Kaulitz te está mirando!!-
No pude evitar voltear, aunque discretamente claro, era cierto me miraba de una manera extraña ¿Qué raro no? como si hubiera escuchado lo qué planeábamos y él también estuviera planeando algo, pero desvió la mirada, me di cuenta que Mila se me quedaba viendo un instante y luego lo miraba a él con una expresión que no sabría decir si era asombro o miedo y casi inmediatamente Bill salía de la cafetería con cara de pocos amigos, seguido de sus hermanos, a una velocidad sorprendente, parecía que si parpadeaba me perdería de su salida...
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