RESUMEN


¿Qué harías si todo tu mundo cambiara derepente? ¿Si todo lo que pensabas imposible fuera real? Si la persona que más amas estuviera a punto de matarte... y guardara un secreto que podría cambiar tu vida...


CATEGORIA: hetero.

GÉNERO: romance, vampiros

PERSONAJES: Tokio Hotel

CLASIFICACIÓN: +15

TERMINADA: no

18 ene 2011

CAPITULO 7:







---------Narra Beth--------








Georg insistió para que el siguiente fin de semana hiciéramos el día de campo, nos aseguró que esta vez no llovería, acepté cuando vi que el viernes el cielo estuvo bastante despejado. El sábado el cielo era azul, Georg tenía razón, no llovía y ni siquiera estaba tan nublado, parecía que sí íbamos a poder disfrutar de nuestro paseo. Georg se ofreció a pasar por mí ya que la playa quedaba muy cerca de su casa. Durante el camino estuvimos charlando de varias cosas, incluido el clima, Cuando llegamos a la playa Kelly y Gustav ya estaban ahí, bajamos las cosas del auto, Gustav había llevado unos bancos para sentarnos y Kelly y Georg llevaban algo para almorzar, yo había ofrecido llevar algo pero ellos no quisieron, dijeron que era para celebrar mi cumpleaños, aunque fuera un poco atrasado.






Aprovechando el buen tiempo decidimos dar un paseo por la orilla del mar mientras nos íbamos riendo y tomando fotos con la cámara que me había dado mi papá, el paisaje era realmente hermoso, la playa no tenía mucha arena debido a las constantes lluvias por lo que la mayor parte estaba cubierto de pasto y musgo y detrás se encontraba un bosque, no era raro encontrar zonas boscosas en Greifswald, hasta el patio de mi casa colindaba con el bosque. Así pasamos casi toda la mañana hasta que nos comenzaron a chillar las tripas de hambre y regresamos a donde estaban los autos.




Por la tarde los chicos trajeron un poco de leña y encendieron una fogata, comenzamos a asar bombones y de pronto sin darme cuenta como salió el tema Kelly dijo




-Oigan chicos, cuéntenle a Beth las leyendas de por aquí- dijo mirándolos con una sonrisa




-No, tal vez la asusten- dijo Gustav riéndose maliciosamente




-Eso no asusta a nadie, son ridículas- decía Georg mientras le lanzaba una ramita a Gustav y se reía


-Pues de qué tratan? cuéntenme!!- les dije, ya me había dado curiosidad




-Bueno pues... hay una que dice que hace siglos, estas tierras estaban habitadas por lobos y cuando llegaron las primeras tribus empezaron a desaparecer algunos hombres, los demás organizaron un grupo de búsqueda y se dieron cuenta que eran los lobos los que los habían atacado, entonces comenzó una cacería contra los lobos que hizo que éstos casi desaparecieran. En una ocasión en que el jefe de la tribu salió al bosque a cazar, un lobo que era el líder de la manada se comunicó con él y le ofreció un trato, los pocos lobos que quedaban dejarían de matar a sus hombres y los hombres también dejarían de cazar a los lobos, el jefe de la tribu aceptó y para sellar el pacto se realizó un ritual en el que las almas de los guerreros más fuertes de la tribu ocuparon los cuerpos de los lobos, a partir de ahí convivieron en armonía y tiempo después cuando tenían que pelear contra algún enemigo volvían a unirse. Dicen que todavía quedan descendientes de esos hombres y que ellos aún pueden convertirse en hombres lobo...




-Qué tontería!!! -dijo Georg interrumpiendo el relato de Gustav con una carcajada. Todos nos reímos, realmente sonaba como un cuento para asustar a niños pequeños.






-No!! espera, hay otra aún más ridícula- me dijo Georg aún sin poder parar de reír –Hay otra que dice que hace tiempo llegaron a estas tierras un grupo de vampiros- Noté que Gus lo miraba seriamente, como si quisiera advertirle algo pero Georg se limitó a decirle- Es solo una leyenda- Se giró viendo hacia mí y continuó- Los vampiros causaron muchas pérdidas humanas y no encontraban la manera de detenerlos, así que de nuevo recurrieron a los descendientes de los guerreros, dicen que los hombres lobo son los únicos que pueden detener a los vampiros ¿Lo sabías?... espero que no tengas pesadillas esta noche Beth!!




-¡No seas tonto!- dije riéndome -¿Y como se supone que puedo distinguir a un vampiro?




-Pues... supongo que no les gusta el sol, deben ser pálidos... con dientes muy blancos y afilados- decía Gustav sonriendo –En las películas siempre son altos, veloces, con la piel fría, misteriosos... qué se yo...




Por alguna extraña y tonta razón no pude evitar pensar en Bill cuando escuché eso, sí, lo sé era estúpido, pero no lo pude evitar, traté de olvidarlo antes de que me preguntaran que me pasaba.




-Parece que ya va a llover, se está nublando, debería irnos ya- dijo Georg, todos asentimos y comenzamos a recoger y llevar las cosas al auto.




Cuando llegué, papá aun no estaba en casa, subí a mi cuarto y prendí la lap, conecté el cable de la cámara y comencé a ver las fotos que había tomado, pensé que sería buena idea mandarle alguna a mamá para que conociera a mis nuevos amigos. Me sentía algo intranquila y no entendía porqué. En cuanto mi papá llegó bajé a la cocina a preparar algo de cenar, no tenía mucha hambre así que solo tomé una taza de chocolate caliente, me despedí de papá poniendo de pretexto que estaba muy cansada y que al día siguiente le contaría como nos había ido en la playa y le mostraría las fotos.






Esa fue la primera noche que soñé con Bill, aunque más bien era una pesadilla, estaba caminando sola por la playa cuando de pronto comenzó a oscurecer, las nubes se veían cargadas como si se avecinara una gran tormenta, y yo corría hacia el bosque buscando el sendero de vuelta, sentía como si alguien estuviera detrás de los árboles que en la oscuridad me parecían aterradores, de pronto Bill salía detrás de un árbol y yo comenzaba a sentirme un poco tranquila de no estar sola en ese lugar aterrador, cuando de repente él me miraba de una forma horrible y mostraba sus dientes afilados de forma amenazadora, yo intentaba correr pero él era muy veloz, cuando creí que me alcanzaría vi que Georg corría hacia mí, iba a tomar su mano pero en ese momento él se lanzaba hacia adelante y entre gruñidos se convertía en un hombre lobo que se lanzaba sobre Bill, desperté bastante sobresaltada, creí que el corazón se me saldría y estaba cubierta de sudor a pesar de que estaba helada. Ridículamente no supe qué me había aterrado más, si ver a Bill como un vampiro dispuesto a atacarme o la idea de que Georg o lo que sea que fuera lo pudiera herir.










No pude seguir más en la cama, así que me levanté, me duché y baje a preparar el desayuno, casi me sentía en automático, como un zombie




-Beth tienes planes para hoy??- dijo papá mientras tomaba su taza de café






Miré hacia la ventana, estaba cayendo una fina lluvia y no se me ocurrió nada, sinceramente no tenía muchas ganas de quedarme aquí, donde me estaba volviendo tan loca al punto de creer en cuentos de vampiros, pero no había un lugar donde pudiera ir, no era momento para tirar todo a la basura y regresar con mi mamá




-No papá, creo que debería aprovechar para hacer los deberes de la casa, lavar la ropa... –dije sin mucho ánimo




-Segura?? es domingo podrías salir un rato con tus amigos y por la tarde hacer los deberes




-No, en serio, no quedamos en nada. Y tu??






-Pues quedé con Manfred, veremos el partido en su casa. No te importa quedarte sola?




-No, no hay problema, prefiero aprovechar el día.




-OK- dijo levantándose de la mesa






En cuanto papá salió comencé con los deberes, realmente tenía muchas cosas qué lavar, pero no era suficiente para distraerme, me sentía muy alterada por mi pesadilla.




Después de un rato la lluvia cesó y yo comencé a caminar en dirección al bosque, había un sendero que se encontraba cerca de mi casa, de otra forma no me hubiera atrevido ni siquiera a pensar en hacerlo, lentamente iba adentrándome, nunca había sido buena para las caminatas, solía caerme varias veces y tampoco tenía mucho sentido de la orientación, así que traté de ir con paso firme, poco a poco fue desapareciendo de mi vista la imagen de mi casa, el sendero estaba rodeado de grandes árboles cubiertos de musgo, solo podía escuchar mis pasos sobre la hierba mojada y de vez en cuando el sonido de algunas aves, encontré un árbol con las raíces bastante salidas y me senté, sentí que una gota caía sobre mi cabeza y me subí el gorro de mi chamarra, seguramente ya estaría lloviendo más fuerte fuera del bosque pero ahí dentro la capa de árboles era tan espesa que servia de protección, comenzaba a caer la tarde, de un momento a otro comenzaría a oscurecer y de pronto me di cuenta que este era el peor lugar al que podía haber ido, se parecía tanto al lugar de mi pesadilla.






Estando ahí todas esas leyendas parecían más reales, dejé de escuchar algún sonido, estaba rodeada de un silencio sepulcral y sentí que la sangre se me helaba, intenté mantener la calma. ¿Cómo podía creer en eso?




De pronto algo tocó mi hombro derecho, haciendo que diera un salto, mi corazón latía rápidamente, giré la cabeza y Bill estaba de pie junto a mí




-¿Qué haces aquí?- dije sobresaltada




-Solo pasaba por aquí y escuché tus pasos, mejor dime ¿Qué haces tu aquí? -preguntó con una voz aterciopelada, su expresión era inescrutable. –No creo que debas andar por el bosque tú sola-




-No tenía ganas de quedarme en casa... pero no te preocupes, sé cuidarme sola-




-Eso es lo que tú crees... pero el bosque es un lugar peligroso para alguien como tú...- me dijo seriamente




-¿Por qué? ¿Quién podría hacerme daño... tu?- dije cautelosamente




-Podría raptarte... y tal vez no quisiera liberarte- dijo con una mirada seductora. Tragué saliva. –Puedo hacerte compañía, pero si te molesto...




-¡No! quédate... la verdad es que este lugar me da un poco de miedo- dije contemplando sus hermosos ojos.




-Pensé que sabias cuidarte –dijo burlonamente mientras se sentaba junto a mí




No supe como pasó pero comenzamos a platicar, me sentía como en un sueño del que no quería despertar jamás, estando ahí con él parecía que todo lo demás no importara, solo él y yo. Era diferente a cuando estábamos en la escuela, los dos sonreíamos. Cuando me di cuenta ya estaba oscureciendo




-Hace frío- dije rodeándome con mis brazos, Bill se quitó la chamarra que traía y la colocó sobre mis hombros pero no me sentí caliente, al contrario, su chamarra estaba tan helada, que por un momento sentí pena por aceptarla, seguramente él también estaba muriéndose de frío.




-Es mejor que regreses a tu casa, puedo acompañarte ¿Quieres?




-Aquien quiero es a ti- dije sin siquiera pensarlo, Bill parecía sorprendido por lo que había dicho y creo que yo también, no se como lo había hecho.


Nos quedamos viendo fijamente a los ojos, en ese momento los de él se volvieron de un negro intenso, Bill me rodeó con sus brazos y acarició mi mejilla con sus dedos fríos, estábamos tan cerca que podía sentir su aliento dulce y fresco en mi boca.








-Beth... ya no puedo más, traté de alejarme de ti pero no puedo...




-No, no lo hagas, no tienes por que alejarte... yo... te quiero, te necesito- No podía creer lo que había escuchado, Bill también sentía algo por mí, me armé de valor para confesarle lo que sentía por él


-Yo también te necesito...- me dijo.




Nuestra respiración era entrecortada, cerré los ojos y sentí el roce de sus labios sobre los míos, fue un beso lento, profundo, delicado... perfecto. Pasé mis brazos alrededor del cuello de Bill, el contacto de su piel con la mía me hacía sentir una descarga de electricidad que recorría todo mi cuerpo, sus labios recorrieron mi mejilla, los sentía recorriendo mi cuello, su respiración se aceleraba cada vez más al igual que la mía, yo también le besé la frente, el cuello mientras acariciaba su cabello, me sentía flotando, volvimos a besarnos en los labios, esta vez fue más apasionado, como si fuera lo último que haría en la vida... de pronto sentí un dolor punzante en mi cuello, algo que me quemaba y todo se iba oscureciendo...








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CAPITULO 6:

--------Narra Beth--------










Por fin llegó el “tan” esperado día de mi cumpleaños, el sábado por la mañana me asomé por la ventana y vi que llovía a cántaros, me apresuré lo más que pude a ducharme, ya que papá tocó la puerta del baño diciendo que había llegado algo para mí




-Buenos días papá!!-dije mientras bajaba las escaleras, él llevaba un paquete en las manos y entraba a la cocina


-Buenos días Beth! y feliz cumpleaños!!- dijo abrazándome




-Toma, este es mi regalo de cumpleaños y este lo manda tu mamá y Henry- dijo entregándome 2 paquetes







-Gracias papá!!- le dije abrazándolo nuevamente, nos sentamos a la mesa y tomé el paquete más grande que era una caja casi rectangular y no muy ancha, la abrí, dentro había una nota que decía:






¡¡¡Feliz cumpleaños Beth!!!


Esperamos que el regalo te guste y sobre todo que te sea útil,


a Henry le ha ido bastante bien en el trabajo y por eso hemos


tenido oportunidad de darte este obsequio.


Saludos a Arthur.


Besos. Tu mamá.










Dejé la nota a un lado y saqué con cuidado el contenido, ¡¡Era una Laptop!! No pude ocultar mi sonrisa, el regalo era increíble, realmente debía agradecérselo a Henry, con el sueldo de mi mamá no hubiera sido posible. La puse en la mesa y tomé la otra caja, la de papá, era más pequeña, la abrí, era una cámara fotográfica de color rosa metálico.




-Gracias papá!!- dije sonriendo, realmente no me esperaba recibir ese tipo de regalos, en ese momento sonó el teléfono, era Kelly, después de felicitarme acordamos que era mejor cancelar el día de campo, lo pospondríamos para cuando mejorara el clima ¿Acaso eso era posible en Greilswald? Ella le avisaría a Gus. Justo después de colgar llamó Georg, me felicitó y también estuvo de acuerdo en posponer la salida. Por la noche papá me llevó a cenar al restaurante más “elegante” de la ciudad para celebrar mi cumpleaños, en todo el día no dejó de llover.








El martes había una densa capa de niebla, llegué un poco retrasada a la clase de química, el profesor Delbrück ya estaba ahí. Al entrar me di cuenta que Bill no estaba, suspiré, era extraño lo que me hacía sentir, por un lado me sentía aliviada y por otro lado conseguía ponerme triste, me senté y el profesor le pidió a Kelly que se sentaba al frente, que repartiera unas cajitas que tenía en el escritorio y comenzó explicar el ejercicio




-Bien, chicos, aquí hay una tarjeta de identificación del grupo sanguíneo- dijo tomando una tarjeta de dentro de la caja –También hay unos guantes y una aguja esterilizada. Voy a pasar a cada mesa para explicarles exactamente qué deben hacer, no empiecen antes- Empezó por la mesa de Kelly, tomó su mano y clavó la aguja en la yema de su dedo








-Depositen una gotita de sangre en la tarjeta- dijo mientras tomaba el dedo de Kelly y vi que comenzaba a salir la sangre, comencé a sentir el estómago revuelto y mi respiración entrecortada, mientras él sostenía la tarjeta en alto para mostrárnosla, tuve que recostarme sobre la mesa para evitar que todo siguiera dándome vueltas, pero no sirvió de mucho, podía escuchar los chillidos cada vez que alguien se pinchaba el dedo y creo que eso empeoraba las cosas




-Te sientes mal Beth?? –preguntó el profesor, su voz sonaba un poco preocupada




-Sí- susurré sin levantar la cabeza




-¿Kelly puedes llevarla a la enfermería?




Intenté levantar la cabeza y vi que a mi lado estaba mi amiga, me levanté y ella me sostuvo mientras nos dirigíamos a la puerta




-Solo déjala ahí y regresas a la clase- dijo el profesor con voz firme




Cruzamos el patio muy despacio y cuando pasamos por la cafetería le dije –Déjame aquí, mejor regresa antes de que el profesor se moleste-




-¿Ya te sientes mejor?




-Un poco, creo que el aire frío me ayudó... aunque no tan bien como para regresar a la clase- dije antes de que a ella se le ocurriera decir algo




-OK, pero segura que te quieres quedar aquí, no quieres ir a la enfermería?? aún te vez verde




-No, en serio




-Bueno- dijo encogiéndose de hombros y dando la vuelta para regresar al salón.




Pensé que ha esa hora yo sería la única en la cafetería pero me equivoqué, sentí que alguien me observaba y busqué con la mirada, ahí estaba, en la mesa de siempre, estaba a punto de desviar la mirada cuando vi que me hacía una seña con la mano para que me acercara, ¿¿Qué?? ¿¿En serio estaba llamándome a mí?? Me levanté lentamente, aún me sentía débil, me temblaron las piernas y no estuve muy segura si seguía siendo por la sangre que acababa de ver...




-Siéntate!- dijo muy sonriente. Lo miré extrañada y me senté. Su sonrisa era de una belleza sobrenatural y no podía dejar de mirarlo fijamente




-¿Qué tienes? Pareces enferma... ¿Te salaste o algo parecido?




-No soy la única... –no era buen momento para ser sarcástica- umm no, es solo qué están tomando muestras del grupo sanguíneo y... yo... no me gusta ver sangre -dije casi en un susurro y algo apenada




-¿A sí que te da miedo la sangre?- preguntó sin ocultar una sonrisa burlona




-Un poco, en realidad es el olor, me da asco- mi respuesta parecía causarle gracia. Nos quedamos en silencio un minuto... creía estar soñando




-¿Que tal pasaste tu cumpleaños en la playa?- dijo rompiendo el silencio




-¿Qué? awm... ¿Cómo sabes eso?- pregunté extrañada




-Lo escuché de casualidad cuando lo planeaban a la hora del almuerzo


-Claro que no, te sientas demasiado lejos para poder escucharnos


-Bueno... tal vez leí la mente de tus amigos- dijo alzando la ceja, yo lo miré con el ceño fruncido- ¿No lo crees? suelo ser bueno leyendo mentes- Tenía su mirada clavada en mí y nuevamente sentí el estomago revuelto, así que baje la vista hacia la mesa y preferí no comentar nada sobre lo de la fallida salida del sábado




-¿Quieres algo de tomar? Tal vez algo frío te haga sentir mejor




-mmm sí una botella de agua por favor- aún no terminaba de hablar y me pareció ver que ya estaba en la barra, con la misma rapidez regresó a la mesa, estiró su mano para darme la botella y su mano me rozó, casi instintivamente quité mi mano bruscamente, sus dedos estaban helados como si los acabara de meter en una cubeta con hielos




-Disculpa- dijo retirando su mano


-¿Tu no quieres nada?- le pregunté




-No, aún no tengo sed- dijo con una pícara mirada, parecía reírse de algún chiste privado.


-No entiendo... esto significa que ¿somos amigos?- pregunté confundida




-Amigos... –dijo mirándome con ojos penetrantes




-¿O no? A veces creo que no te agrado- dije tímidamente



-hugm no es verdad, de hecho ese es el problema, créeme me agradas demasiado- dijo con una gran sonrisa, pero algo en la expresión de sus ojos me causó escalofríos –Podría intentar ser tu amigo, aunque... tal vez debería prevenirte... no creo ser un buen amigo para ti. Si eres inteligente te alejarás de mí...




Suspiré –Bueno... entonces hasta que sea inteligente podemos intentar ser amigos? Es que, en serio, no logro entender tus cambios de humor –dije mientras retorcía mis manos



- Se que no he sido muy amable contigo, pero créeme es mejor así... por tu seguridad- lo miré todavía más confundida.




-¿Qué piensas? –preguntó con una expresión realmente intrigada, no sabía que responderle,




-Tú debes saber, dices que eres bueno leyendo mentes, ¿no?


Se me quedó mirando fijamente con una expresión de frustración, cuando de pronto sonó el timbre para la siguiente clase, me levanté de un salto, sentí un gran alivio




-¿Tampoco vas a entrar a esta clase?- le pregunté –Por que yo sí.




-Entonces te veo luego- dijo con una sonrisa seductora.




Me dirigí a mi salón lo más rápido que pude. Repetía todo el tiempo sus palabras en mi mente tratando de darles algún sentido lógico, su advertencia parecía ser real, pero ¿A qué debía tenerle miedo, qué podría hacerme?





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CAPITULO 5:



--------Narra Bill-------








A la hora del receso me uní a mis hermanos en la cafetería, por desgracia seguramente ella estaría ahí, de nuevo dejaría de respirar si fuera necesario, además sería más fácil controlarme con mis hermanos cerca, ellos me ayudarían.




No fue necesario, su mesa estaba lo suficientemente lejos de mi como para que su olor no significara ningún problema, a esa distancia incluso podía casi ignorarla, solo hubo un problema, Kelly le preguntó “¿Qué miras Beth?” y luego pensó “No puede ser! Beth también ha sido flechada por Bill Kaulitz, bueno no se puede negar que es guapo, lógico que no pueda apartar sus ojos de él” de nuevo no pude evitar voltear hacía su mesa y me topé con la mirada de Beth, intenté en vano leer sus pensamientos, solo hubo silencio de su parte, yo prácticamente la fulminé con mi mirada, ese odio irracional que sentía hacia ella volvió a surgir, me irritaba tanto esa humana, ella lo notó y bajó su mirada con una expresión apenada.




-¿Qué te pasa Bill?- preguntó Tom algo desconcertado al ver mi actitud -¿Hay algún problema con la chica nueva?




-No, es solo que no puedo leer sus pensamientos- dije tratando de quitarle importancia


-Eso es raro, nunca antes te había pasado ¿cierto?- dijo Andreas




-No es importante- respondí de manera que se cerrara el tema, lo último que quería era ocupar mi tiempo hablando de Beth. El resto del receso ella se mantuvo conversando un poco con sus amigos.


Los siguientes días de la semana en clase de química fueron casi igual de difíciles, la única solución que tenía era la de no respirar, aún así permanecí sentado lo más lejos posible de Beth, realmente fue un alivio cuando llegó el viernes tendría por lo menos un 4 ó 5 días para tomar una decisión, Mila había “visto” que lo próximos días estarían algo soleados, en vista de que era imposible cambiar de clase, tendría que tomar otras medidas, no podía pasarme todo el año escolar sin respirar en esa hora, hasta el momento no había tenido que responder ninguna pregunta al profesor, ni habíamos formado equipos ni nada, pero era lógico que en algún momento el señor Delbrück nos pediría realizar alguna actividad en parejas y yo tendía que hablar, para lo cual necesitaba tomar aire, además de que no respirar seguía siendo muy incomodo.




A la hora de la salida esperé a mis hermanos dentro del auto y durante todo el camino permanecí en silencio hasta que noté que Mila me observaba fijamente desde el asiento del copiloto.



-¿Vas a irte?- preguntó, en cuanto formuló la pregunta vi por el retrovisor que Tom y Andreas volteaban a verla sorprendidos




-¿Debería hacerlo?- susurré.


Noté que clavaba la vista en la nada y supe que estaba teniendo una visión, los 2 nos concentramos en lo que veía, era el interior de lo que parecía ser la casa del jefe de policía Wilhem, en medio de una pequeña cocina estaba el pálido cuerpo de Beth y yo al lado de su cadáver, podía ver en mis ojos un color rojo brillante que me hizo estremecer




-Detente... – no podía soportar seguir viendo más




-¡Oh! Lo siento- me dijo apenada




-¡Qué demonios pasa!- exigió Tom




-Voy a irme- respondí –Solo dile a mamá que no se preocupe... estaré bien



-¿Por cuánto tiempo?




-No lo sé... solo necesito poner en orden mis pensamientos...


-Te extrañaremos –dijo Mila –Bajémonos aquí, debes darte prisa.




Los 3 salieron llenos de ansiedad y en silencio. Tom y Andreas pensaban exigirle a Mila que les explicara todo una vez que yo me hubiera ido, desaparecieron entre los árboles antes de que yo hubiera arrancado el auto.



Conduje a más de 160, la carretera desaparecía bajo las ruedas y no me detuve hasta que encontré un lugar bastante boscoso y nevado, todo lo que podía verse estaba cubierto de nieve, me era familiar ya había estado en este lugar en varias ocasiones, cerca de aquí vivía otro clan de vampiros los de Stralsund, los considerábamos casi “familia”, eran muy amigos de mis padres.




Permanecí 5 días recostado sobre la nieve, la ventisca había hecho que quedara casi enterrado, mi piel se enfrió al punto de no poder sentir el viento a mi alrededor. Miraba al cielo, o al menos eso intentaba, las estrellas brillaban intensamente y hubiera sido una vista maravillosa de no ser por una obstrucción entre mis ojos y el cielo, la obstrucción era un rostro humano que lamentablemente no podía borrar por completo. Escuché unos pensamientos, no me sorprendía que Inna me hubiera seguido, aún estaba a unos 30 metros de aquí, casi podía verla, su piel parecía plateada bajo la luz de la luna y su rubio cabello serpenteaba con el viento, clavó sus ojos dorados en mí y sonrió al verme medio enterrado






-¿Bill? –Dijo mientras se inclinaba a mi lado y me rodeaba con un brazo, estuve a punto de moverme pero no quise ser descortés –Sonja y Julya no querían que viniera, dicen que solo te molestaría




-No, para nada, es más soy yo el que solo está causando molestias y lo peor es que no está sirviendo de nada...



-¿Es por mi culpa? –Pensó –Te incomodo con mis tonterías...


-Claro que no –mentí. Ella me miró sorprendida.




-Bueno... un poco –dije mientras le sonreía. Suspiró decepcionada.




-Eres hermosa y adorable, lo sabes, es solo que...




-No digas nada, ya sé lo que piensas, para ti solo soy como una hermana más. Solo que no estoy acostumbrada al rechazo.




-Cierto –dije mientras veía en sus pensamientos sus muchas conquistas


-Cuando llegaste pensé que tal vez... que tu y yo...


-Pensaste que tal vez había reconsiderado lo de la vez pasada, lamento decepcionarte... creí que ya habíamos aclarado todo- dije




-No puedo evitar tener esperanzas, Bill tenemos toda la eternidad por delante, tal vez algún día te des cuenta de tus verdaderos sentimientos y cambies de opinión... sabes que no tengo prisa- dijo sonriendo.




Fruncí el ceño sin saber que decir, por un lado deseaba dejarle claro que no era buena idea que siguiera guardando esperanzas, nos conocíamos desde hace muchísimos años y estaba completamente seguro que nunca podría corresponderle de la manera que ella deseaba y por otro lado lamentaba realmente lastimarla con mi actitud, la apreciaba.




-Bueno, mejor cuéntame porqué estás aquí, desde que llegaste no has dicho ni una sola palabra.




Suspiré. –Inna no quiero hablar de eso.


-¿Por qué? ¿Es una chica, cierto? no te preocupes... no soy celosa- me sonrió tristemente.




-No es como te lo imaginas... –dije mientras escuchaba en sus pensamientos- no, para nada.




Ella esperó que yo dijera algo pero no lo hice, hasta que se olvidó del asunto y me preguntó:



-¿Vas a irte, de nuevo a Greilswald?



-Supongo que sí- respondí



-Lo harás, sea lo que sea que te atormenta lo afrontarás, tu eres así, nunca has sido cobarde- me dijo



Era cierto no tenía sentido huir. Nunca había sido un cobarde, en ese momento me di cuenta que era momento de volver. Nos pusimos de pie al mismo tiempo. La besé en la mejilla como despedida pero me alejé rápidamente en cuanto ella giró su rostro hacia mí, pude ver en sus pensamientos lo que se proponía.



Ella corría tan de prisa que no dejaba huellas en la nieve y yo hice lo mismo en dirección a mi auto. Seguramente a estas alturas Mila ya les estaría contando a los demás de mi regreso y esto los alegraría, especialmente a mis papás. Sentado en el auto miré por última vez al cielo, entre las estrellas y yo seguía estando ese rostro cuyos ojos color chocolate me observaban y parecían preguntarme lo que significaría para ella esta decisión.








-Todo va a estar bien- dijo Mila aliviada con los ojos clavados en la nada, Tom la sostenía de la cintura guiándola.



-Claro que lo estará- me quejé mientras caminábamos juntos hacia la cafetería, los 3 iban rodeándome, se veían ridículos haciendo de mis guardaespaldas, casi me hubiera reído de no ser porque la situación comenzaba a ser bastante irritante. Había tomado mis precauciones, los 4 habíamos salido a cazar el día anterior y yo me aseguré de estar totalmente satisfecho por si acaso.




-Beth aun no llega, me pregunto por donde lo hará... no estará a favor del viento si nos sentamos en nuestra mesa de siempre...




-Ya basta Mila, claro que nos sentaremos en la mesa de siempre... estás sacándome de quicio.




-Ok, creo que tienes razón.




-Es molesto ¿verdad?- me dijo andreas




-Humm- murmuré. Ahora comprendía mejor a Andreas, debió haberlo pasado fatal cada que nosotros lo sobreprotegíamos. Me parecía extraño aquel lugar que antes me parecía aburrido, ahora me encontraba en la cafetería con todo mi cuerpo rígido y tenso, mis sentidos estaban alertas, escuchando cada sonido por mínimo que fuera, cada pensamiento, solo mantenía bloqueada mi respiración. Esperaba escuchar que había dicho Beth de mí, pero nada, todo el mundo ignoró a los 4 vampiros en la cafetería ¿Cómo era posible que ella no hubiera comentado nada? ¿Acaso no había notado mi mirada asesina? Era extraño, una chica normal lo hubiera comentado con alguien, tal vez Beth era extremadamente tímida, tal vez solo se lo había comentado a su padre... por si acaso sería bueno darme una vuelta uno de estos días por su casa para averiguar que está pensando.




-¿Algo nuevo?- me preguntó Tom




-No, creo que ella no dijo nada- todos me miraron sorprendidos.




-Tal vez no asustas tanto como crees- dijo Tom riéndose –te apuesto que yo pude haberla aterrorizado mejor.-




-Eres imposible- dije poniendo los ojos en blanco




-Ahí viene- murmuró Mila- Intenten parecer normales.




-¿Normales?- dijo Tom mientras abría la mano derecha y mostraba una bola de nieve que había recogido y que por supuesto no se había derretido. La lanzó contra una ventana tan rápido que ningún ojo humano la hubiera podido ver y tan fuerte que el cristal se rompió, varios alumnos se giraron a ver el montón de cristales rotos, pero ninguno volteó hacia nuestra mesa.

(ok, hagan de cuenta ke solo estan los twins, plis!!... jiji!!!)




-Muy bien mi amor ¿Por qué mejor no atraviesas el muro?- dijo Mila con un tono sarcástico








-Sería más impresionante si tú lo hicieras cariño.








Intenté ponerles atención para evitar voltear hacia el lugar de Beth.








-En un momento ella va a voltear hacia acá- avisó Mila.








-Te ves enfermo Bill- dijo Tom riéndose de mi expresión de dolor- que mates a un humano no significa el fin del mundo.- le hice una mueca. –Tranquilo hermano, debes aprender a superarlo, no es bueno desperdiciar la eternidad sintiendo culpa. Justo en ese momento Mila lanzó una bola de nieve que había estado escondiendo hacia la cara de Tom que solo parpadeó confundido y luego comenzó a reírse mientras se sacudía las gotas de nieve derretida por el calor del lugar sobre Mila.








-¡Aw!- dijo ella mientras se alejaba de Tom y se reía a carcajadas, los 3 también comenzamos a reír. Pude ver en los pensamientos de Mila que ella había preparado toda esta “escena” para que Beth nos viera jugar y reír como cualquier humano.








Esperé que la mayoría de los alumnos estuviera en el salón, la verdad era que me estaba acobardando, no me sentía muy seguro de entrar al salón de química, era la peor hora y estaría solo, sin mis hermanos, pero Mila me aseguró que todo en mi futuro estaba bien y me sentía intrigado y un poco fascinado por la actitud de Beth, quería saber porqué no había comentado con nadie acerca de mí. Me dirigí a mi lugar, tomé la silla y la arrastré un poco para que ella escuchara y no se asustara al verme junto a ella, hugm, no debería de preocuparme por ella, pero parecía tan vulnerable que me resultaba imposible. Noté que estaba distraída dibujando en su libreta.








-Hola Beth!!- le dije tratando de sonar lo más amable que podía.








-Hola- me respondió, parecía estar sorprendida. Me presenté tratando de sonar casual, no sabía como reaccionaría, pero entonces ella me preguntó que cómo sabía su nombre, prácticamente toda la escuela la conocía, no sería difícil que yo supiera su nombre, no entendía su pregunta.


-Todo mundo sabe tu nombre, casi todo el pueblo te esperaba desde hace semanas- le dije




-Ya lo sé... solo que todos me conocen por Bethzaira Wilhem... como es que sabes que prefiero “Beth”- me susurró. Claro, como podía haberlo olvidado, se suponía que yo no debía saber eso, me tensé, no debía cometer ese tipo de errores, fijé mi vista al frente. Ella seguramente lo notó, bajó su mirada y anotó todo lo que el profesor Delbrück decía pero parecía nerviosa. De pronto algo en una esquina de su libreta llamó mi atención, ¿Beth había dibujado mis ojos? o al menos eran idénticos incluido el piercing de mi ceja izquierda, ¿Cómo podía hacer eso? Se suponía que debía estar asustada, no fascinada conmigo, solté una risita, realmente era una chica extraña, me intrigaba mucho conocer sus pensamientos, decidí hacerle unas cuantas preguntas de porqué se había mudado a Greilswald y ella las respondió, en sus ojos podía ver que seguía muy sorprendida seguramente por mi cambio de actitud, para hablar con ella tenía que respirar y su olor aún me quemaba pero al menos no me sentía tan sediento como la semana anterior, comenzaba a relajarme un poco cuando ella me hizo una pregunta que me tomó desprevenido: -¿Te pusiste pupilentes?- no supe que responder, por lo general los humanos se mantienen lo suficientemente alejados y desinteresados de nosotros que no se dan cuenta del cambio de color en nuestros ojos, por suerte en ese instante el profesor nos llamó la atención por hablar en clase y los 2 nos giramos en dirección al pizarrón.



Después de ese momento traté de evitar a toda costa a Beth, en el salón y si llegábamos a cruzarnos en algún pasillo únicamente le dirigía un simple “Hola”, ya había cometido muchos errores con ella, por lo visto era bastante observadora y no quería poner en riesgo a mi familia. Una noche estuvimos discutiendo la posibilidad de irnos, mis papás estaban de acuerdo, no querían presionarme demasiado, pero mis hermanos se negaron rotundamente, Mila confiaba demasiado en sus visiones y como hasta el momento no veía ningún riesgo me aseguró que podíamos permanecer aquí y Tom y Andreas ya estaban acostumbrándose al pequeño pueblo y les agradaba, además para ellos no era un asunto de vida o muerte que terminara rindiéndome a mis instintos matando a una humana, no sería la primera vez. En el fondo Andreas se sentía bastante satisfecho por haber dejado de ser el centro de atención.



Cada fin de semana salía de caza y también en los días soleados que siguieron, no podía permitirme tener un descuido con ella cerca, aún cuando ya había pasado varias semanas cerca de Beth resistir su exquisito aroma seguía siendo un gran sacrificio para mí, me sentía como un adicto sin poder consumir droga... y tenía que reconocerlo, últimamente me resultaba más difícil, no solo resistir su olor sino también las ganas que tenía de poder hablar con ella, deseaba sus compañía, resultaba una sensación extraña, a veces sentía envidia de Georg Listing, él pasaba la mayor parte del día con Beth. Algunas veces en clase imaginaba que tomaba su delicada mano, casi podía sentir su suave piel... ¿Cómo reaccionaría ella al contacto con mis dedos helados? seguramente se sorprendería y me rechazaría... odiaba sentirme de esa forma y terminaba fulminándola con la mirada.




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CAPITULO 4:



---------Narra Beth--------





A la hora del almuerzo volvimos a sentarnos en la misma mesa. Mientras comíamos y charlábamos, aunque en realidad yo solo me limité a escuchar, me sentía extraña como si tuviera la necesidad de voltear hacia la mesa de los Kaulitz, me sentí ridícula por pensar así, pero de todos modos giré la cabeza hacia aquella esquina, de nuevo permanecían inmóviles, con las charolas de comida intacta e increíblemente hermosos igual que el día anterior, dejé de escuchar la plática de mis amigos por completo, estaba absorta contemplando su perfección, cuando de pronto algo raro pasó...




-¿Qué estas mirando? Beth- dijo Kelly tocándome el hombro, en ese preciso momento Bill giró la cabeza y miró a Kelly como si hubiera escuchado su nombre y luego me miró a mí, de nuevo parecía querer desaparecerme con la mirada, bajé la vista hacia la mesa lo más rápido que pude y pasé el resto del receso tratando de olvidar esa fría mirada y esta vez participando más en la charla, aunque esa extraña sensación de necesitar mirar a los Kaulitz no desaparecía. Al igual que ayer en cuanto el timbre tocó volteé hacia la mesa, pero ya no estaban.




El resto de la semana fue igual, hasta empezaba a sentirme más a gusto en la escuela a excepción de la clase que compartía con Bill, justo al sentarme junto a él se ponía tenso, ahora realmente pensaba que Monika tenía razón al decir que eran bastante antipáticos, era lógico el porqué permanecían los 4 solos.


Mi primer fin de semana en Greifswald la pasamos juntos mi papá y yo, fuimos de compras a la ciudad vecina, había que surtir la despensa y de paso aproveché para comprarme un poco de ropa más abrigadora. El domingo por la noche telefoneé a mamá tal como le había prometido, me hizo muchas preguntas, seguramente pensaría que había cambiado de opinión y le pediría que fuera por mí, por el contrario le conté acerca de mis nuevos amigos y la escuela simulando más entusiasmo del que de verdad sentía y así dar por cerrado el tema de mi lugar de residencia.




El Lunes por la mañana desperté por lo que creía, era un rayo de sol que entraba por la ventana, corrí a abrirla y aunque en realidad el sol no calentaba mucho y el viento se sentía algo húmedo, al menos no estaba nublado como toda la semana anterior, podía ver el cielo azul, sinceramente ya estaba dudando volver a ver algún color en el cielo que no fuera gris aquí en Greifswald, inmediatamente me sentí de mejor ánimo. Desayuné rápido ya que por contemplar el cielo se me había hecho tarde. Como de costumbre papá salió antes que yo.




En la escuela todo pasó sin ninguna novedad, hasta que llegó la hora del receso, para no variar no pude evitar mirar hacia la mesa de la esquina, pero esta vez me llevé una gran decepción, estaba vacía, suspiré y volví a mirar hacia mis amigos.




El resto del día había logrado olvidarme de aquella extraña familia, ó al menos eso pensaba, pero cuando ya estaba acostada en mi cama no pude dejar de preguntarme el porqué de su ausencia, me sentí tonta por mi excesivo interés en ellos y por un momento deseé que amaneciera rápido solo para volver a verlos, bueno... más bien para volverlo a ver a él en especial... a Bill, era ridículo que aún con la forma en que me trataba yo estuviera pensando en él.




Recuperé mi buen ánimo cuando al despertar me di cuenta que nuevamente era un día soleado, pero me sentí bastante desilusionada cuando a la hora del receso volví a mirar hacia esa mesa y de nuevo estaba vacía y ni qué decir de cuando llego la clase de química, llegué incluso a sentirme algo deprimida. Por suerte la directora de la escuela, la señora Dölingen, entró al salón a media clase para dar el aviso de que los profesores tendrían una junta y las últimas clases se suspenderían. Al terminar la clase Georg estaba esperándome fuera del salón




-Oye Beth, ¿Ya les dieron el aviso de que se suspenden las últimas clases?




-Sí, por suerte- dije sin mucho ánimo




-Te sientes bien??- me dijo algo angustiado mientras tomaba mi mochila




-Sí, no te preocupes, es solo que... creo que no dormí bien- respondí con una sonrisa algo forzada




-Ah! bueno, es que quería invitarte a tomar algo o podemos dar un paseo aprovechando que está el día soleado- dijo sonriendo tímidamente mientras me tomaba del brazo y caminábamos por el patio




-mmm sí, vamos- dije, aunque Georg me caía muy bien no estaba muy convencida de querer que saliéramos él y yo solos, así que con la mirada traté de buscar a Gustav y Kelly, estaban sentados en una banca, en cuanto nos vieron se levantaron y caminaron hacia nosotros


-Georg y yo pensamos ir a dar un paseo y después tomar algo, ¿Vienen con nosotros?- les dije con la esperanza de que aceptaran




-Sí!! y de paso me acompañan al trabajo de mi papá, tengo que recoger algo- dijo Kelly con una sonrisa, suspiré aliviada, aunque me dio la impresión de ver que Georg hacía una mueca de desagrado, ni modo, tampoco quería darle falsas esperanzas y por otro lado me parecía buena idea distraerme un poco y dejar de pensar en los Kaulitz.




El jueves por la mañana el despertador sonó, abrí lo ojos pesadamente y creí que tal vez no lo había puesto a la hora correcta, estaba demasiado oscuro, me asomé a la ventana y vi con desagrado que el cielo estaba más encapotado que de costumbre, parecía que iba a caer una tormenta o algo así, tal como me lo temía cayó una ligera nevada, genial, de vuelta a la realidad de Greifswald.



En la escuela, todos parecían estar muy contentos con la nevada, se formaban grupitos entre los que se lanzaban bolas de nieve, me dirigí al salón intentando esquivarlas. Sentada en la mesa de la cafetería traté de resistirme a voltear a ver hacia la mesa de la esquina más alejada, pensando que me llevaría la misma decepción de los días pasados, pero mi fuerza de voluntad no era suficiente, volteé y allí estaban, esta vez era distinto los 4 charlaban, incluso me pareció ver que reían, desvié la mirada rápido temiendo que él volteara y desapareciera su buen humor al verme, creí que ya sufría yo de delirios, casi en automático sentí que también mi ánimo mejoraba. Aún así ya me estaba resignando a que en cuanto entráramos al laboratorio todo sería como antes y volviera a ignorarme.






Entré a la clase de química, aún no estaban todos, él tampoco, me senté y comencé a hacer mis acostumbrados garabatos de ojos, de pronto escuché que la silla de al lado se movía y alguien se sentaba




-Hola Beth!!- dijo una voz tan encantadora que pensé que así debería de sonar la de un ángel






-Hola- respondí tratando de asimilar su repentino cambio de actitud y mirándolo como una boba



-Disculpa, no me había presentado, soy Bill Kaulitz –dijo sonriendo despreocupadamente como si nada hubiera pasado la semana anterior, me miró un poco extrañado al ver que lo observaba sin responder nada



-¿Como es que sabes mi nombre?- respondí, casi balbuceé confundida




Se rió mostrando sus blancos y perfectos dientes, era una sonrisa casi de comercial de pasta dental que embobaba a cualquiera, ó al menos a mí






-Todo mundo sabe tu nombre, casi todo el pueblo te esperaba desde hace semanas- dijo sin perder la sonrisa




-Ya lo sé... solo que todos me conocen por Bethzaira Wilhem... como es que sabes que prefiero “Beth”- dije extrañada y con un tono de voz tan bajito que parecía hablar conmigo misma, aún así pareció escucharme porque inmediatamente su sonrisa desapareció y nuevamente volvió a la misma posición incomoda de antes y yo no tuve más remedio que fijar la vista en mi libreta y tomar notas de lo que decía el profesor, algo molesta por la estúpida manera en que había echado a perder lo poco, ó casi nada, que había ganado.




El profesor Delbrück explicaba un tema, yo lo escuchaba y anotaba, pero no me atrevía a alzar la vista, los últimos 5 minutos sentía como Bill había clavado su mirada en mí y eso me ponía nerviosa, sentí que se inclinaba un poco hacia mi libreta, como si tratara de ver lo que hacía, ¿¿Qué había en mi libreta que pudiera despertar su curiosidad?? Miré la esquina inferior, donde estaban mis garabatos de ojos y sentí que mis mejillas comenzaban a arder, sin darme cuenta había dibujado un par de ojos idénticos a los suyos, puse disimuladamente mi mano sobre el dibujo y escuché como se le escapaba una risita.




Pasaron unos minutos que a mí me parecieron horas antes de que desapareciera el calor de mis mejillas y entonces él volvió a dirigirme la palabra




-¿Qué te hizo atravesar medio Alemania para mudarte aquí?- dijo tomando una postura relajada, aunque seguía sentado lo más lejos posible de mí, miré su rostro de nuevo se veía de buen humor






-Mi mamá se casó...- dije sin pensarlo en cuanto lo miré a los ojos




-Y él no te cae bien- me interrumpió con mucha seguridad


-amm... no exactamente, Henry es buena onda, solo que preferí mudarme con mi papá- dije mirándolo extrañada, había algo diferente en su mirada, por un momento pensé que se trataba de su repentino cambio de humor lo que había suavizado la expresión de sus ojos, pero no, de nuevo sentía como si me estuviera hipnotizando, cuando de pronto descubrí que era lo diferente






-¿Te pusiste pupilentes?- le pregunté, tratando de ocultar mi exceso de curiosidad.




Pero no respondió, solo me miró confundido por unos segundos antes de que él profesor Delbrück nos llamara la atención por hablar en clase, los dos nos giramos viendo el pizarrón y así permanecimos hasta que la clase terminó y como de costumbre Bill salió casi volando del laboratorio. Estaba segura de haber visto que sus ojos eran oscuros la semana pasada y ahora como por arte de magia eran miel, casi dorados, definitivamente ya estaba enloqueciendo.






Al salir Kelly se me unió de prisa




-Woaw!! Bill y tu estaban platicando??!!- dijo muy sorprendida -eso sí que es extraño, en todo el tiempo que lleva aquí, nunca lo había visto dirigirle la palabra a nadie, a menos que algún profesor lo obligara a estar en algún equipo o algo así-






La miré incrédula –en serio??- le pregunté –Ellos no son de aquí??




-Claro que no!! hace 2 años que llegaron, creo que vienen de Dinamarca, no sé bien... Dime qué te dijo??!!!- en verdad parecía tener mucha curiosidad por saber



-mmm, pues, no mucho, solo me preguntó por qué me había mudado aquí...




-Solo eso??- me dijo algo desilusionada




-Sí, solo eso- respondí encogiéndome de hombros.




Las siguientes semanas pasaron demasiado rápido, mi amistad con Georg parecía ser cada vez más estrecha, había decidido no darle alas a su evidente interés en mí, pero me la pasaba tan bien con él que era imposible permanecer mucho tiempo alejada de él, aún así, trataba de que nuestras salidas incluyeran a Kelly, Gustav y de vez en cuando a una de las amigas de Kelly, Monika, la cual parecía mostrar cierto interés en Georg y por lo tanto no se comportaba muy amigable conmigo que digamos, pero aún así eso me ayudaba a no sentirme extraña y sola en ese lugar.



En la escuela, las cosas eran raras, mi extraña necesidad de mirar hacia donde estaban los Kaulitz persistía, pero para mi mala suerte el carácter de Bill parecía ir empeorando conforme los días pasaban, después de esa breve conversación que habíamos tenido ya hace varias semanas, demasiado breve para mi gusto, por lo menos cuando llegábamos a cruzarnos en los pasillos o en el laboratorio me saludaba y me sonreía, pero últimamente, solo me saludaba y de nuevo su mirada se tornaba cada vez más fría como al principio, y para colmo, cada vez que lo veía, notaba que sus ojos se estaban oscureciendo, eso sí que era raro, a pesar de mi curiosidad, preferí no volver a preguntarle nada sobre si usaba pupilentes y tampoco comentarlo con mis amigos, seguro pensarían que estaba volviéndome loca, yo misma ya lo estaba creyendo, ya que aparte del color de sus ojos, había otras cosas que me tenían muy intrigada, me había dado cuenta que en los pocos días soleados, ninguno de los 4 Kaulitz asistía a la escuela.




Un par de días antes de mi cumpleaños que era el 14 de Diciembre, estábamos mis amigos y yo en la cafetería planeando como celebrarlo



-Entonces qué Beth, qué piensas hacer??- Preguntó Kelly –ya le dijiste a tu papá que te deje quedarte a dormir en mi casa?


-¿Para qué? Eso no tiene gracia, se la van a pasar ustedes solas...- dijo Georg con una mueca de aburrimiento




-Pues qué querías, es una pijamada, obvio no irán ustedes- dijo Kelly




-No, no, yo creo que mejor deberías hacer algo donde podamos estar todos, o no?- dijo Gustav mirando a Georg.




Como de costumbre yo solo escuchaba, la verdad no tenía muchas ganas de celebrar nada, todos mis cumpleaños los había pasado solo con mi mamá, no entendía porqué todos insistían en qué debería ser diferente solo por cumplir 17 años


-Ya sé!!-dijo Georg bastante emocionado –Podemos hacer un día de campo en la playa!! no?




-Síí!! no suena mal... qué dices Beth??- dijo Kelly


-Pues... sí, suena bien... solo espero que no esté lloviendo- dije




-No, la predicción del tiempo para el viernes es buena- afirmó Georg




-En serio??... estará soleado??- le pregunté




-Bueno, según el pronóstico al menos no lloverá- me respondió un poco dudoso.




Ellos siguieron charlando sobre el día de campo, cuando Kelly me dijo entre dientes y algo emocionada –Bill Kaulitz te está mirando!!-




No pude evitar voltear, aunque discretamente claro, era cierto me miraba de una manera extraña ¿Qué raro no? como si hubiera escuchado lo qué planeábamos y él también estuviera planeando algo, pero desvió la mirada, me di cuenta que Mila se me quedaba viendo un instante y luego lo miraba a él con una expresión que no sabría decir si era asombro o miedo y casi inmediatamente Bill salía de la cafetería con cara de pocos amigos, seguido de sus hermanos, a una velocidad sorprendente, parecía que si parpadeaba me perdería de su salida...




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