---------Narra Beth--------
Georg insistió para que el siguiente fin de semana hiciéramos el día de campo, nos aseguró que esta vez no llovería, acepté cuando vi que el viernes el cielo estuvo bastante despejado. El sábado el cielo era azul, Georg tenía razón, no llovía y ni siquiera estaba tan nublado, parecía que sí íbamos a poder disfrutar de nuestro paseo. Georg se ofreció a pasar por mí ya que la playa quedaba muy cerca de su casa. Durante el camino estuvimos charlando de varias cosas, incluido el clima, Cuando llegamos a la playa Kelly y Gustav ya estaban ahí, bajamos las cosas del auto, Gustav había llevado unos bancos para sentarnos y Kelly y Georg llevaban algo para almorzar, yo había ofrecido llevar algo pero ellos no quisieron, dijeron que era para celebrar mi cumpleaños, aunque fuera un poco atrasado.
Aprovechando el buen tiempo decidimos dar un paseo por la orilla del mar mientras nos íbamos riendo y tomando fotos con la cámara que me había dado mi papá, el paisaje era realmente hermoso, la playa no tenía mucha arena debido a las constantes lluvias por lo que la mayor parte estaba cubierto de pasto y musgo y detrás se encontraba un bosque, no era raro encontrar zonas boscosas en Greifswald, hasta el patio de mi casa colindaba con el bosque. Así pasamos casi toda la mañana hasta que nos comenzaron a chillar las tripas de hambre y regresamos a donde estaban los autos.
Por la tarde los chicos trajeron un poco de leña y encendieron una fogata, comenzamos a asar bombones y de pronto sin darme cuenta como salió el tema Kelly dijo
-Oigan chicos, cuéntenle a Beth las leyendas de por aquí- dijo mirándolos con una sonrisa
-No, tal vez la asusten- dijo Gustav riéndose maliciosamente
-Eso no asusta a nadie, son ridículas- decía Georg mientras le lanzaba una ramita a Gustav y se reía
-Pues de qué tratan? cuéntenme!!- les dije, ya me había dado curiosidad
-Bueno pues... hay una que dice que hace siglos, estas tierras estaban habitadas por lobos y cuando llegaron las primeras tribus empezaron a desaparecer algunos hombres, los demás organizaron un grupo de búsqueda y se dieron cuenta que eran los lobos los que los habían atacado, entonces comenzó una cacería contra los lobos que hizo que éstos casi desaparecieran. En una ocasión en que el jefe de la tribu salió al bosque a cazar, un lobo que era el líder de la manada se comunicó con él y le ofreció un trato, los pocos lobos que quedaban dejarían de matar a sus hombres y los hombres también dejarían de cazar a los lobos, el jefe de la tribu aceptó y para sellar el pacto se realizó un ritual en el que las almas de los guerreros más fuertes de la tribu ocuparon los cuerpos de los lobos, a partir de ahí convivieron en armonía y tiempo después cuando tenían que pelear contra algún enemigo volvían a unirse. Dicen que todavía quedan descendientes de esos hombres y que ellos aún pueden convertirse en hombres lobo...
-Qué tontería!!! -dijo Georg interrumpiendo el relato de Gustav con una carcajada. Todos nos reímos, realmente sonaba como un cuento para asustar a niños pequeños.
-No!! espera, hay otra aún más ridícula- me dijo Georg aún sin poder parar de reír –Hay otra que dice que hace tiempo llegaron a estas tierras un grupo de vampiros- Noté que Gus lo miraba seriamente, como si quisiera advertirle algo pero Georg se limitó a decirle- Es solo una leyenda- Se giró viendo hacia mí y continuó- Los vampiros causaron muchas pérdidas humanas y no encontraban la manera de detenerlos, así que de nuevo recurrieron a los descendientes de los guerreros, dicen que los hombres lobo son los únicos que pueden detener a los vampiros ¿Lo sabías?... espero que no tengas pesadillas esta noche Beth!!
-¡No seas tonto!- dije riéndome -¿Y como se supone que puedo distinguir a un vampiro?
-Pues... supongo que no les gusta el sol, deben ser pálidos... con dientes muy blancos y afilados- decía Gustav sonriendo –En las películas siempre son altos, veloces, con la piel fría, misteriosos... qué se yo...
Por alguna extraña y tonta razón no pude evitar pensar en Bill cuando escuché eso, sí, lo sé era estúpido, pero no lo pude evitar, traté de olvidarlo antes de que me preguntaran que me pasaba.
-Parece que ya va a llover, se está nublando, debería irnos ya- dijo Georg, todos asentimos y comenzamos a recoger y llevar las cosas al auto.
Cuando llegué, papá aun no estaba en casa, subí a mi cuarto y prendí la lap, conecté el cable de la cámara y comencé a ver las fotos que había tomado, pensé que sería buena idea mandarle alguna a mamá para que conociera a mis nuevos amigos. Me sentía algo intranquila y no entendía porqué. En cuanto mi papá llegó bajé a la cocina a preparar algo de cenar, no tenía mucha hambre así que solo tomé una taza de chocolate caliente, me despedí de papá poniendo de pretexto que estaba muy cansada y que al día siguiente le contaría como nos había ido en la playa y le mostraría las fotos.
Esa fue la primera noche que soñé con Bill, aunque más bien era una pesadilla, estaba caminando sola por la playa cuando de pronto comenzó a oscurecer, las nubes se veían cargadas como si se avecinara una gran tormenta, y yo corría hacia el bosque buscando el sendero de vuelta, sentía como si alguien estuviera detrás de los árboles que en la oscuridad me parecían aterradores, de pronto Bill salía detrás de un árbol y yo comenzaba a sentirme un poco tranquila de no estar sola en ese lugar aterrador, cuando de repente él me miraba de una forma horrible y mostraba sus dientes afilados de forma amenazadora, yo intentaba correr pero él era muy veloz, cuando creí que me alcanzaría vi que Georg corría hacia mí, iba a tomar su mano pero en ese momento él se lanzaba hacia adelante y entre gruñidos se convertía en un hombre lobo que se lanzaba sobre Bill, desperté bastante sobresaltada, creí que el corazón se me saldría y estaba cubierta de sudor a pesar de que estaba helada. Ridículamente no supe qué me había aterrado más, si ver a Bill como un vampiro dispuesto a atacarme o la idea de que Georg o lo que sea que fuera lo pudiera herir.
No pude seguir más en la cama, así que me levanté, me duché y baje a preparar el desayuno, casi me sentía en automático, como un zombie
-Beth tienes planes para hoy??- dijo papá mientras tomaba su taza de café
Miré hacia la ventana, estaba cayendo una fina lluvia y no se me ocurrió nada, sinceramente no tenía muchas ganas de quedarme aquí, donde me estaba volviendo tan loca al punto de creer en cuentos de vampiros, pero no había un lugar donde pudiera ir, no era momento para tirar todo a la basura y regresar con mi mamá
-No papá, creo que debería aprovechar para hacer los deberes de la casa, lavar la ropa... –dije sin mucho ánimo
-Segura?? es domingo podrías salir un rato con tus amigos y por la tarde hacer los deberes
-No, en serio, no quedamos en nada. Y tu??
-Pues quedé con Manfred, veremos el partido en su casa. No te importa quedarte sola?
-No, no hay problema, prefiero aprovechar el día.
-OK- dijo levantándose de la mesa
En cuanto papá salió comencé con los deberes, realmente tenía muchas cosas qué lavar, pero no era suficiente para distraerme, me sentía muy alterada por mi pesadilla.
Después de un rato la lluvia cesó y yo comencé a caminar en dirección al bosque, había un sendero que se encontraba cerca de mi casa, de otra forma no me hubiera atrevido ni siquiera a pensar en hacerlo, lentamente iba adentrándome, nunca había sido buena para las caminatas, solía caerme varias veces y tampoco tenía mucho sentido de la orientación, así que traté de ir con paso firme, poco a poco fue desapareciendo de mi vista la imagen de mi casa, el sendero estaba rodeado de grandes árboles cubiertos de musgo, solo podía escuchar mis pasos sobre la hierba mojada y de vez en cuando el sonido de algunas aves, encontré un árbol con las raíces bastante salidas y me senté, sentí que una gota caía sobre mi cabeza y me subí el gorro de mi chamarra, seguramente ya estaría lloviendo más fuerte fuera del bosque pero ahí dentro la capa de árboles era tan espesa que servia de protección, comenzaba a caer la tarde, de un momento a otro comenzaría a oscurecer y de pronto me di cuenta que este era el peor lugar al que podía haber ido, se parecía tanto al lugar de mi pesadilla.
Estando ahí todas esas leyendas parecían más reales, dejé de escuchar algún sonido, estaba rodeada de un silencio sepulcral y sentí que la sangre se me helaba, intenté mantener la calma. ¿Cómo podía creer en eso?
De pronto algo tocó mi hombro derecho, haciendo que diera un salto, mi corazón latía rápidamente, giré la cabeza y Bill estaba de pie junto a mí
-¿Qué haces aquí?- dije sobresaltada
-Solo pasaba por aquí y escuché tus pasos, mejor dime ¿Qué haces tu aquí? -preguntó con una voz aterciopelada, su expresión era inescrutable. –No creo que debas andar por el bosque tú sola-
-No tenía ganas de quedarme en casa... pero no te preocupes, sé cuidarme sola-
-Eso es lo que tú crees... pero el bosque es un lugar peligroso para alguien como tú...- me dijo seriamente
-¿Por qué? ¿Quién podría hacerme daño... tu?- dije cautelosamente
-Podría raptarte... y tal vez no quisiera liberarte- dijo con una mirada seductora. Tragué saliva. –Puedo hacerte compañía, pero si te molesto...
-¡No! quédate... la verdad es que este lugar me da un poco de miedo- dije contemplando sus hermosos ojos.
-Pensé que sabias cuidarte –dijo burlonamente mientras se sentaba junto a mí
No supe como pasó pero comenzamos a platicar, me sentía como en un sueño del que no quería despertar jamás, estando ahí con él parecía que todo lo demás no importara, solo él y yo. Era diferente a cuando estábamos en la escuela, los dos sonreíamos. Cuando me di cuenta ya estaba oscureciendo
-Hace frío- dije rodeándome con mis brazos, Bill se quitó la chamarra que traía y la colocó sobre mis hombros pero no me sentí caliente, al contrario, su chamarra estaba tan helada, que por un momento sentí pena por aceptarla, seguramente él también estaba muriéndose de frío.
-Es mejor que regreses a tu casa, puedo acompañarte ¿Quieres?
-Aquien quiero es a ti- dije sin siquiera pensarlo, Bill parecía sorprendido por lo que había dicho y creo que yo también, no se como lo había hecho.
Nos quedamos viendo fijamente a los ojos, en ese momento los de él se volvieron de un negro intenso, Bill me rodeó con sus brazos y acarició mi mejilla con sus dedos fríos, estábamos tan cerca que podía sentir su aliento dulce y fresco en mi boca.
-Beth... ya no puedo más, traté de alejarme de ti pero no puedo...
-No, no lo hagas, no tienes por que alejarte... yo... te quiero, te necesito- No podía creer lo que había escuchado, Bill también sentía algo por mí, me armé de valor para confesarle lo que sentía por él
-Yo también te necesito...- me dijo.
Nuestra respiración era entrecortada, cerré los ojos y sentí el roce de sus labios sobre los míos, fue un beso lento, profundo, delicado... perfecto. Pasé mis brazos alrededor del cuello de Bill, el contacto de su piel con la mía me hacía sentir una descarga de electricidad que recorría todo mi cuerpo, sus labios recorrieron mi mejilla, los sentía recorriendo mi cuello, su respiración se aceleraba cada vez más al igual que la mía, yo también le besé la frente, el cuello mientras acariciaba su cabello, me sentía flotando, volvimos a besarnos en los labios, esta vez fue más apasionado, como si fuera lo último que haría en la vida... de pronto sentí un dolor punzante en mi cuello, algo que me quemaba y todo se iba oscureciendo...
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